LA DEMOCRACIA AHOGADA
Vacuna dialéctica para "futuristas"
Por Pablo Molina
"La visión del pasado condiciona la acción presente". Esta frase resume adecuadamente la tesis que Pío Moa desglosa en los capítulos de La democracia ahogada. En efecto, la hiperlegitimidad de la izquierda, concedida sin la menor objeción por la derecha política, avala las tropelías presentes y desarma a su principal rival, que juega con gran desventaja a la hora de tratar de imponer otra visión de la realidad. |
Porque si la moralidad es atributo exclusivo de los que se consideran a sí mismos dignos sucesores de la izquierda del primer tercio del siglo pasado, tan violenta y escasa de talento, entonces quien se oponga a sus dictados puede ser tachado con razón de ultramontano, reaccionario o fascista.
Para analizar el presente es necesario, por tanto, comprender el pasado y situar a todos los actores en su lugar histórico. Y el socialismo español (el internacionalista, pues el nacionalista, el de la Falange, fue casi marginal hasta que estalló la Guerra Civil) no sólo no es la fuente originaria de la democracia y la libertad actuales, sino precisamente su más cruel perseguidor. El PSOE de la II República, infiltrado por los comunistas a través de personajes como Santiago Carrillo, nunca creyó en la democracia, sino que la aceptó únicamente como paso previo para instaurar la revolución marxista. Los propios órganos de comunicación de los socialistas lo dejaron escrito en multitud de ocasiones, a pesar de que haya quien prefiera omitir ese hecho esencial para seguir mostrando la imagen irreal de una izquierda defensora de las libertades civiles y el sistema democrático. La Revolución de Asturias, octubre del 34, planteada como el inicio de la Guerra Civil por las propias fuerzas de izquierda, basta por sí sola para descartar las pretensiones de convertir a PSOE y PCE en los garantes de una democracia que intentaron destruir por todos los medios a su alcance.
Sin embargo, todavía hoy los socialistas se consideran orgullosos herederos del legado frentepopulista, ante la paralización intelectual de una derecha incapaz de situar esta cuestión política en sus justos términos, tal vez porque en tal caso debería defenderse a su vez de la acusación de defensora de la dictadura franquista, y eso es lo último que desean nuestros políticos conservadores. El hecho de que haya aproximadamente el mismo número de herederos del franquismo en el PSOE y en el PP, muchos de ellos provenientes de familias muy bien instaladas en las estructuras del régimen, hace todavía más incomprensible esta indefensión voluntaria, pero eso es algo que tendrán que resolver los dirigentes de la derecha española... si es que algún día se atreven.
Este libro de Pío Moa, La democracia ahogada, dedica sus primeros capítulos a explicar precisamente por qué la derecha actual no debería tener complejo histórico alguno, a diferencia de la izquierda, cuya trayectoria está llena de tropelías. En la derecha de los años treinta no había apenas liberales, y los conservadores no eran lo que se dice fervientes demócratas, pero en la izquierda había probablemente todavía menos.
La comúnmente denominada Ley de Memoria Histórica, a la que nuestro autor considera uno de los tres arietes con que Zapatero intenta subvertir la actual constitución (los otros dos son el llamado diálogo con la ETA y el nuevo estatuto de Cataluña), pretende elevar a rango de norma este pasado inventado para legitimar la agenda socialista de cara al futuro. Lo interesante, como en su momento confesó Fernando Suárez a Moa, es que el titular de la institución que sanciona las leyes en España no proviene del Frente Popular, sino del régimen que le venció en la Guerra Civil, con lo que estaría firmando de paso su propia ilegitimidad de origen, curiosa situación que dejaría en manos de los autores de la ley el decidir en algún momento si sacan las debidas conclusiones de este hecho y las llevan a sus últimas consecuencias.
Moa incluye aquí un ramillete de ensayos diversos, que van desde la crítica histórica de episodios decisivos de nuestro pasado al estudio de las conductas políticas que condicionan el estado de la sociedad española actual. Especialmente reseñable es el estudio sobre los movimientos feministas y sus consecuencias para la mujer (y para el hombre), ya esbozado en una publicación anterior, que constituye, sin duda, la primera impugnación intelectual publicada en España del feminismo radical, constituido en principio transversal de toda la acción política de Zapatero.
Con la publicación de este libro, la editorial Áltera continúa su estimable labor de ofrecer al lector ajeno al cotarro progresista una sólida base intelectual para enfrentarse a las imposturas contemporáneas, a las que tanta atención prestan diariamente los principales medios de comunicación de masas.
PÍO MOA: LA DEMOCRACIA AHOGADA. Áltera (Barcelona), 2009, 261 páginas.
Para analizar el presente es necesario, por tanto, comprender el pasado y situar a todos los actores en su lugar histórico. Y el socialismo español (el internacionalista, pues el nacionalista, el de la Falange, fue casi marginal hasta que estalló la Guerra Civil) no sólo no es la fuente originaria de la democracia y la libertad actuales, sino precisamente su más cruel perseguidor. El PSOE de la II República, infiltrado por los comunistas a través de personajes como Santiago Carrillo, nunca creyó en la democracia, sino que la aceptó únicamente como paso previo para instaurar la revolución marxista. Los propios órganos de comunicación de los socialistas lo dejaron escrito en multitud de ocasiones, a pesar de que haya quien prefiera omitir ese hecho esencial para seguir mostrando la imagen irreal de una izquierda defensora de las libertades civiles y el sistema democrático. La Revolución de Asturias, octubre del 34, planteada como el inicio de la Guerra Civil por las propias fuerzas de izquierda, basta por sí sola para descartar las pretensiones de convertir a PSOE y PCE en los garantes de una democracia que intentaron destruir por todos los medios a su alcance.
Sin embargo, todavía hoy los socialistas se consideran orgullosos herederos del legado frentepopulista, ante la paralización intelectual de una derecha incapaz de situar esta cuestión política en sus justos términos, tal vez porque en tal caso debería defenderse a su vez de la acusación de defensora de la dictadura franquista, y eso es lo último que desean nuestros políticos conservadores. El hecho de que haya aproximadamente el mismo número de herederos del franquismo en el PSOE y en el PP, muchos de ellos provenientes de familias muy bien instaladas en las estructuras del régimen, hace todavía más incomprensible esta indefensión voluntaria, pero eso es algo que tendrán que resolver los dirigentes de la derecha española... si es que algún día se atreven.
Este libro de Pío Moa, La democracia ahogada, dedica sus primeros capítulos a explicar precisamente por qué la derecha actual no debería tener complejo histórico alguno, a diferencia de la izquierda, cuya trayectoria está llena de tropelías. En la derecha de los años treinta no había apenas liberales, y los conservadores no eran lo que se dice fervientes demócratas, pero en la izquierda había probablemente todavía menos.
La comúnmente denominada Ley de Memoria Histórica, a la que nuestro autor considera uno de los tres arietes con que Zapatero intenta subvertir la actual constitución (los otros dos son el llamado diálogo con la ETA y el nuevo estatuto de Cataluña), pretende elevar a rango de norma este pasado inventado para legitimar la agenda socialista de cara al futuro. Lo interesante, como en su momento confesó Fernando Suárez a Moa, es que el titular de la institución que sanciona las leyes en España no proviene del Frente Popular, sino del régimen que le venció en la Guerra Civil, con lo que estaría firmando de paso su propia ilegitimidad de origen, curiosa situación que dejaría en manos de los autores de la ley el decidir en algún momento si sacan las debidas conclusiones de este hecho y las llevan a sus últimas consecuencias.
Moa incluye aquí un ramillete de ensayos diversos, que van desde la crítica histórica de episodios decisivos de nuestro pasado al estudio de las conductas políticas que condicionan el estado de la sociedad española actual. Especialmente reseñable es el estudio sobre los movimientos feministas y sus consecuencias para la mujer (y para el hombre), ya esbozado en una publicación anterior, que constituye, sin duda, la primera impugnación intelectual publicada en España del feminismo radical, constituido en principio transversal de toda la acción política de Zapatero.
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FUENTE:
Saludos,
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RODRIGO GONZALEZ FERNANDEZ
DIPLOMADO EN RSE DE LA ONU
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