Leer para cambiar el mundo
En poesía, me quedo siempre con las obras completas de T.S. Eliot. Mi ejemplar es añejo: un amigo me regaló, hace demasiados años, el suyo, subrayado. Regalar libros subrayados es un acto de confianza.
En cuanto a novela, paso por un período centroeuropeo agudo. Me ha parecido impresionante La mujer justa de Sándor Marai. ¿Cómo pueden tres personas coincidir y alejarse? ¿Por qué la pasión se extingue? ¿Por qué una pasión vivida en el Budapest de entreguerras nos resulta hoy todavía familiar? ¿Cuánto duele el exilio?
Más centroeuropeos. Austerlitz de W.G. Seebald. Fue otro regalo y a punto estuvo de no superar la prueba de las 35 páginas. Ese es el margen de confianza que le doy a un libro: si para entonces no me interesa, lo dejo. En este caso y por tratarse de un regalo, insistí. Y la perseverancia se vio recompensada con una novela difícil sobre una vida difícil.
Más hacia el Este, siento debilidad por Oran Pahmuk y desde antes del Nobel. La nueva vida empieza así Una vez leí un libro y mi vida cambió. Con ese principio, no hace falta llegar a la página 35 para engancharse: ya lo estás.
El género detectivesco es una de mis adiciones. Hace tres años me embarqué en el proyecto de dar la vuelta al mundo sin moverme del sofá, de la mano de los más variopintos policías e inspectores. Me gustan especialmente las obras de la rusa Alenxandra Marinina (¿te imaginas una detective protagonista que no puede correr porque tiene varices en las piernas?) y del griego Petros Markaris (Atenas sumida en la corrupción inmobiliaria). Soy adicta confesa a Henning Mankell pero ya me le leído todas su obras, así que ahora toca esperar nuevos títulos.
Como libros técnicos, propongo dos que estoy leyendo ahora mismo. Por un lado, Crawford Kilian autor de Escribir para la Red y ponente inaugural de esta gazetta, ha tenido la amabilidad de enviarme su nuevo libro Writing for the Web 3.0- como regalo navideño. Lo leeré durante las fiestas para reseñarlo en una próxima gazetta.
Por otro y a través del blog de Tom Peters he llegado a Writing to change the World, de Mary Phipher. Allí leí esta cita de James Baldwin: Escribimos para cambiar el mundo ( ) El mundo cambia en función de cómo lo ven las personas y si logramos alterar, aunque sólo sea un milímetro, la manera como miran la realidad, entonces podemos cambiarlo.
Esa magia de la escritura es compartida por en el acto de leer. Espero que el año que empieza esté lleno de lecturas para cambiar el mundo. El tuyo. Deseo que los libros te acerquen a tus propósitos y te ayuden a cumplirlos. Esta gazetta vuelve el 15 de enero. Hasta entonces, felices fiestas.
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