Bernardita Aguirre Pascal emol
"La tierra por sí sola no es sinónimo de desarrollo. Nosotros tenemos una gran cantidad de tierras entregadas por Conadi, pero sin ningún apoyo técnico. Al mapuche le entregan tierra y él sigue siendo pobre". El diagnóstico de Arnoldo Ñanculef, presidente de la agrupación de comunidades mapuches Rehue, suena lapidario. El dirigente explica que "hay fundos entregados por Conadi que están botados y otros sembrados con un poquito que alcanza apenas para sobrevivir".
De esta manera, terrenos que eran productivos, al pasar a manos indígenas se paralizan, afectando el desarrollo de la comunidad y de la región.
El punto es que los mapuches practican una agricultura de subsistencia en terrenos que fueron forestales, agrícolas o que tienen potencial turístico. La Corporación de Bienes de Capital dice que las inversiones en la Araucanía en 2008 sumaron US$ 145 millones. Pero podrían ser más. La Sociedad de Fomento Agrícola de la ciudad de Temuco calcula en US$ 41 millones al año la pérdida por las 150 mil hectáreas entregadas a mapuches, terrenos en los que, dicen, no se hace nada.
En la misma Conadi cuentan que los mapuches en las tierras hacen lo que siempre han hecho, "pero ahora en terreno propio y con mayor extensión. Se dedican a la producción silvoagropecuaria en general", dice Richard Mancilla, jefe de tierras y aguas de la Conadi.
Emprender en las nuevas tierras
Pero los comuneros que agrupa Ñanculef querían ir más allá del autoconsumo, trabajar sus tierras y surgir.
Sentían que tenían las manos atadas, porque no podían hipotecar su tierra para plantar, les faltaban maquinarias y apoyo técnico. Entonces, optaron por asociarse a privados.
"Los mapuches ven a los privados como los enemigos, un mundo donde no tenemos cabida, pero entramos a CorpAraucanía", cuenta orgulloso el dirigente.
A través de ellos se acercaron a un empresario exportador de berries y ya tienen en sus tierras las primeras ocho hectáreas plantadas con frambuesas de exportación, y piensan llegar a 250.
Su ejemplo ha servido a otras comunidades, que negocian asociarse a privados para producir chanchos, perdices y conejos. No para vender en la feria, como lo han hecho siempre, sino para exportar.
Por otra parte, los mapuches de Rehue están capacitándose con los empresarios forestales en el manejo de motosierras para que los jóvenes encuentren trabajo.
Cambio de mentalidad
"El mundo privado, los mapuches recién lo estamos explorando, y hemos tenido muy buenos resultados. Nosotros no queremos seguir con una política asistencialista que ha fracasado. Acá, nosotros estamos haciendo un negocio productivo y rentable, que va a transformar la mentalidad de nuestras comunidades", explica Arnoldo Ñanculef.
Es necesario hacer producir terrenos en una zona donde "se siguen entregando tierras, y la pobreza y el desempleo van en aumento", explica Mirtha Casas, asistente social que trabaja hace 20 años en la Araucanía. Fue parte de la Conadi, y hoy asesora a ocho gremios que buscan integrar a las comunidades mapuches en proyectos conjuntos.
Las cifras confirman sus dichos. Entre 2004 y 2008 se triplicó el total de tierras entregadas por la Conadi en la IX Región. Sin embargo, la Araucanía es la región más pobre del país y desde hace 5 años la inversión extranjera en la región es cero.
Freno al desarrollo
"Al recorrer las tierras mapuches, lo único evidente es que en las tierras entregadas no se hace nada, la gente no produce nada. Es cosa de ver el fundo Alaska, está todo pelado", explica Mirtha Casas.
En 2002, Forestal Mininco vendió 1.927 hectáreas del fundo Alaska, en Ercilla, a la Conadi, porque no podía seguir trabajando "en medio de tomas, incendios y robo de madera", explican en la forestal.
El predio tenía más de 500 hectáreas de pino, que fueron cosechadas por Forestal Mininco entre los años 1997 y 2002, dando trabajo a unas 100 personas, considerando trabajadores directos e indirectos.
Hoy hay un centenar de vacas y bosques de pino que crecen naturalmente y que se venden a $5 mil el metro ruma. "Los mapuches no los cortan, sólo cobran un derecho a puerta", explica un vecino del sector donde los ataques mapuches son frecuentes.
El abandono se repite en la hacienda Lleu-Lleu. Ahí, el empresario Osvaldo Carvajal tenía un proyecto inmobiliario de 300 hectáreas a orillas del lago en el que invirtió US$ 10 millones y le quedaban otros US$ 10 millones más a futuro. En diez años desarrolló dos proyectos inmobiliarios.
Tenía permisos municipales para hacer una cancha de golf, club house, le dieron factibilidad de agua potable y luz. Pero después de más de 50 ataques incendiarios, optó por entregarlo al Banco Security, el que lo vendió a la Conadi, que lo traspasó a una comunidad mapuche.
Hoy, en vez de casas de veraneo hay cerdos en la bahía y continúan los ataques incendiarios a otras viviendas que rodean el lago.
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Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en "Responsabilidad Social Empresarial" de la ONU
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