¿quien es el ganador, en definitiva ,en el asunto depreciacion acelerada?
Columna de Hugo Mery EN RADIO UNIVERSIDAD DE CHILE
UN MINISTRO EN DEPRECIACIÓN
El alma de la derecha no se desnaturalizará por una movida estratégica para debilitar aún más al gobierno de Bachelet. Salga o no salga del equipo, el secretario de Hacienda deberá aceptar un mayor protagonismo de sus colegas de Presidencia y Economía para desamarrar el paquete "Chile Invierte".
Por Hugo Mery
Publicado el 25 Abr 2007
Fue un titular casi sensacionalista ése que señaló el 17 de abril como "el día que cambió la política chilena", a pesar de que el análisis que contenía era más justo que la hiperbólica afirmación inicial. Lo que pasó es que la derecha aprovechó el flanco abierto en el Senado para dar un impensado batatazo, sin que ello signifique que vaya a desnaturalizarse. En la ecuación que las bancadas opositoras tuvieron ante sí había un factor económico salvable, uno social con potenciales dividendos y uno político y mediático de efectos incalculables: en la operación la derecha no aparecería defendiendo ni al gran capital ni al ministro paladín del neoliberalismo ni tampoco a una Concertación desgarrada por su falta de cohesión.
Esto último es lo realmente importante del episodio: una multipartidaria gobernante que en cada ocasión legislativa tiene problemas para ejercer su sedicente mayoría en ambas cámaras. Ello no es tampoco noticia para un titular, porque disensiones hubo siempre, incluso en lo que se señala como razón de ser de la Concertación: recuérdese la caída de la ley Aylwin sobre derechos humanos en el "nostálgico" período del "partido transversal".
Pero hasta el gobierno anterior, el oficialismo lograba resolver sus querellas internas y un modus vivendi se imponía sobre el distanciamiento del adolfismo, la performance de Girardi con un ataúd y la indignación de Lorenzini por un puente caído. Hoy, el desafecto de algunos no termina con un reordenamiento en las filas, tal vez porque el equipo político gobernante no logra imponer conducción por falta de carácter, sagacidad y claridad de propósitos.
Hoy, en el centro del escenario está el titular de Hacienda, Andrés Velasco, tan paradigmático por su reconocida capacidad técnica como por su venteada falta de sentido y habilidad política. Su presencia expresa muy bien las contradicciones de un gobierno que quiere avanzar en la construcción de un tejido social que proteja a las personas de las injusticias del mercado, pero sin romper con la ortodoxia financiera y los equilibrios macro.
Esto es lo que un opositor de izquierda llamaría esquizofrenia gobernante, pero que economistas extranjeros como Javier Santiso, un español avecindado en Francia, describen como un proceso de desideologización en América Latina, que se estaría dando desde los años 70 hasta hoy. En su obra "La economía política de lo posible", este investigador y ejecutivo de la OCDE resalta como ejemplos los casos de "un Lula light en Brasil" y de un Chile que ha sabido marchar del socialismo de los ´70 y el liberalismo de los ´80 al posibilismo de los gobiernos de la Concertación.
Pero si de posibilidades se trata, lo que se discute hoy al interior del oficialismo chileno es que se puede poner el acelerador a fondo en la ruta del crecimiento con equidad, porque la cuantía de los recursos fiscales disponibles permite gastarse la mitad de ellos y ahorrar el resto. El ministro no sólo sería muy conservador, colocando la plata a resguardo en el extranjero no con mucha rentabilidad, sino que estaría llenando el déficit de conducción política con su influencia desmedida en La Moneda y una omnipresencia sectorial. Si bien el manejo de la chequera fiscal siempre otorga poder con cerrojos que les valió el mote de "soberbios" también a sus antecesores-, esto se notaría más hoy, por la falta de contrapeso de los equipos políticos, como ha dicho el senador y ex ministro de Economía Carlos Ominami.
Los partidos no deben pretender gobernar, porque eso se hace desde la Presidencia, ha agregado el jefe socialista Camilo Escalona, pero si algunos políticos con influencia insisten en introducir sus ideas es porque saben que los vacíos tienden físicamente a llenarse. José Antonio Viera Gallo, que llegó para revertir esta situación, vio en las negociaciones junto a Velasco que éste desencaminó sus pasos hacia la captura de los votos opositores y no a la de los disidentes.
En el epílogo, la derecha lo acusó de mandarle ominosos recados con la dirigencia empresarial: que una caída del proyecto podría significar su relevo en el gabinete por alguien más estatizante. El resultado fue una depreciación acelerada de Velasco, catalizándose un proceso iniciado varios meses antes. A la derecha no le importó o al menos estuvo dispuesta a sacrificar a un hombre que le resulta técnica e ideológicamente confiable. Su apuesta política es arriesgada. Los ministros de Hacienda gozan, desde 1990, de una tácita "inamovilidad" por el componente de tranquilidad al mercado y los operadores económicos que debe conllevar su gestión. Si saliese, Velasco sería el único secretario de Finanzas en no acompañar a un Presidente concertacionista en prácticamente todo su período y eso significaría un temblor con remezones aún más fuertes que los ya sufridos por el gobierno de Michelle Bachelet.
Más allá de esta movida estratégica, el alma de la derecha quedará intacta. Porque está en su naturaleza identificarse con la libre empresa, y no puede defender al mismo tiempo a los grandes intereses y a los pequeños emprendedores. En la dinámica del mercado aquellos tienden a neutralizar o usar vía subcontratación- a los que se les cruzan en el camino, y eso lo saben miles de pymes que hoy están en la boca de todos y en las manos de bancos desconfiados y competidores poderosos.
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