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Monday, April 17, 2006

CÁMARA ADOPTA PLENA TRANSPARENCIA

EN TODOS SUS ÓRGANOS

El Presidente de la Cámara de Diputados, Antonio Leal, dio a conocer hoy una serie de modificaciones reglamentarias que permitirán hacer públicas las sesiones de la Cámara, así como los documentos y las actas de sus respectivos debates.

En este sentido, el Presidente de la Corporación informó que el próximo miércoles la Comisión de Régimen Interno iniciará el análisis de las modificaciones reglamentarias aprobadas por el Senado, para avanzar en la publicidad y transparencia de todos los actos de la Corporación.

El diputado Antonio Leal destacó que estos cambios permiten avanzar en un "anhelo" de la Mesa actual y de los también de los ex Presidentes Carlos Montes, Adriana Muñoz - quien incluso contrató una auditoría interna para formular observaciones al reglamento, muchas de las cuales se aprobarán ahora-, Isabel Allende, Pablo Lorenzini y Gabriel Ascencio.

Enfatizó que "en todos estos años las Mesa y todos los comités han buscado transparentar el trabajo de la Cámara de Diputados, y hoy esto se logra refrendando la Constitución, en la Ley Orgánica del Congreso Nacional y en los reglamentados de ambas Cámaras".

Secreto sólo con aprobación de los 2/3 de los diputados

El máximo representante de la Corporación valoró el hecho de que todas las actas, los actos, resoluciones y votos de los parlamentarios serán públicos, salvo cuando la publicidad de alguno de ellos afecte el debido cumplimiento de las funciones de dichos órganos, los derechos de las personas, como la seguridad de la Nación o el interés nacional.

En estos casos, el Presidente de la Cámara, sólo con el voto favorable de los dos tercios de los diputados presentes, o el presidente de la Comisión, con el mismo quórum, que es muy alto -afirmó Leal-, podrá declarar secreta la sesión, dejando constancia de los fundamentos de tal decisión.

Se transparenta votación en comisiones

El parlamentario informó también que, en relación a la votación de los parlamentarios, ésta va a estar disponible en la página web de la Cámara (www.camara.cl ) a partir de las primeras semanas de mayo.

Leal señaló que ya no sólo estará en internet la votación y asistencia a la Sala, sino también la votación y la asistencia en las comisiones, como el número de sesiones realizadas, los proyectos despachados, los que se encuentren en comisiones y que están por pasar a Sala.

El parlamentario señaló que este procedimiento garantiza la transparencia en los actos del Poder Legislativo. "El principio de transparencia consiste en permitir y promover el conocimiento y la publicidad de los actos y las resoluciones que adopten los diputados y los senadores, las Cámaras y sus órganos externos, así como su fundamento y los procedimientos que utilicen", señaló.

Todo es público

Leal aseguró que, a través de la aprobación de la nueva Ley Orgánica y de las modificaciones al reglamento, la Cámara establecerá un vínculo con la legislación y con el funcionamiento de los Parlamentos más avanzados del mundo, donde -según dijo- "todo es público".

"Esto es esencial, sea para el trabajo periodístico, para el trabajo de los centros de estudio, para indagar sobre el origen de la ley, como para el conocimiento de la opinión pública, en general, y todo ello no sería posible si se conociera el debate y el voto en la Sala y no en las Comisiones, que es donde efectivamente se realiza el trabajo legislativo más acucioso y más consistentemente rico", subrayó Leal.
Transparencia total: Desde la Cámara de Diputados, Rodrigo González Fernández, consultajuridica.blogspot.com,inforder.blogspot.com, consultajuridica.blogspot.com

 

CIUDADANOS SIN CONFIANZA

Franky  , Francisco Rubiales, de votoenblanco, en España ha escrito este artículo que lo comparto con ustedes. Francisco es doctor en periodismo y ha señalado ya reiteradas veces que nuestras democracias están enfermas.

 Las investigaciones sociológicas que se realizan en los países occidentales reflejan una preocupante y progresiva pérdida de confianza de los ciudadanos en sus líderes, en sus instituciones y en el mismo sistema democrático. Numerosos filósofos y sociólogos coinciden en señalar esa pérdida de confianza como uno de los problemas más graves del ser humano en el siglo recién iniciado.

 

Demasiadas experiencias y acontecimientos recientes han minado la confianza de los seres humanos en sus semejantes, en sus líderes y en el futuro. Europa entera está hoy políticamente alterada porque los "noes" de Francia y Holanda a la Constitución pusieron de manifiesto el creciente distanciamiento entre los políticos y los ciudadanos, entre los dirigentes políticos y los votantes.

 

Hay demasiadas razones para desconfiar: el sida ha inyectado desconfianza en las relaciones sexuales; el síndrome de las vacas locas nos hizo desconfiar de los alimentos; los atentados de Nueva York y Madrid inundaron de inseguridad y miedo la vida cotidiana; el estallido de la burbuja tecnológica nos obligó a escapar de la bolsa de valores; cuando descubrimos que las grandes empresas mundiales falseaban sus cuentas y auditorías, la duda y la sospecha invadieron el mundo profesional; la neumonía asiática hizo que millones de personas desconfiaran hasta del aire que respiraban y caminaran enmascaradas por las grandes urbes; la mentira reincidente, el mercantilismo y la pérdida de valores democráticos han convertido en extraños a unos medios de comunicación, considerados hasta hace poco como el principal baluarte de la fe ciudadana en el sistema; el comportamiento de los políticos a lo largo del siglo XX, plagado de guerras, exterminios, éxodos, crimenes de estado, terrorismo estatal, ingeniería social demente y mil desmanes más, ha hundido en la ciénaga la fe de los ciudadanos en sus dirigentes.

 

El fenómeno de la desconfianza se ha instalado en nuestro mundo con una fuerza tal que habría que retroceder a los tiempos convulsos del hundimiento del Imperio Romano o a la estupefación generada por la revolución de Copérnico para encontrar semejanzas. La desconfianza que nos envuelve no es un sentimiento leve ni debido únicamente a las leyes cíclicas, sino un trauma generado por cambios vertiginosos y profundos en la civilización.

 

Mientras que la economía y la comunicación avanzan hacía la globalización y las tecnologías de la información hacen posible un mundo pequeño con una portentosa capacidad de relacionarse, los seres humanos se refugian cada vez más en su interior y aprenden a vivir en el temor y la desconfianza. Es, probablemente la mayor paradoja de nuestra cultura: nunca antes el mundo fue más global, pero tampoco nunca antes el ser humano fue más solitario y receloso.

 

Son muchos los que opinan que nada ha dinamitado más la confianza de los humanos que la conmoción generada por el deterioro de las religiones, con especial protagonismo del integrismo islámico, capaz de asesinar masivamente en nombre de Dios, y de la perversión sexual y pederastia de centenares de sacerdotes católicos, a los que la fe en Dios y el ministerio sacerdotal no les impidió abusar sexualmente de miles de jóvenes inocentes en oscuros internados y en templos siniestros y opacos.

 

Estos nuevos desgarros en la confianza de los ciudadanos vienen a sumarse a los terribles embates padecidos a los largo del siglo XX, en el que la seguridad del hombre frente a sus instituciones quedó resquebrajada por factores como las dos guerras mundiales más cruentas de la Historia, el recurso sin piedad a la ingeniería social, practicado por regímenes totalitarios, las tensiones de la guerra fría y la utilización sistemática del asesinato por parte de muchos Estados para librarse de sus opositores.

 

Hasta los medios de comunicación han dejado de ser fiables para el ciudadano, consciente ya de que la mayoría de los periodistas y de los medios en los que tarabajan sirven hoy a algún tipo de poder y son más leales a sus pactos y alianzas con partidos políticos, gobiernos y grupos económicos que a los ciudanos y a la democracia.

 

Sin confianza en los liderazgos religioso y político, sin poder asirse a la prensa como independiente defensora de la verdad, el mundo se debate tristemente en la desconfianza, la desilusión y la confusión.

 

Sin embargo, a pesar de que los acontecimientos citados han tenido fuerza más que suficiente para demoler la confianza humana, ha sido la soledad el factor que ha dinamitado con mayor eficacia la seguridad y la fe del hombre en el mundo que habita. El ciudadano del siglo XXI se siente sólo ante el peligro, aislado en la multitud urbana, pequeño e impotente al lado de las grandes instituciones y empresas, inerme frente al Estado y sin poder apelar siquiera al apoyo que a lo largo de los siglos le ha prestado la comunidad, organizada en tribus, clanes, estirpes, fratrías, cofradías, hermandades, gremios, pe?as y otras agrupaciones. Ni siquiera la familia, bastión que supo aportar fuerza y solidez en épocas pasadas, es capaz hoy de mitigar los estragos de la soledad.

 

Del ciudadano, Francisco Rubiales , saludos desde votoenblanco, Rodrigo González Fernández, consultajuridica.blogspot.com