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ARGENTINA: Una promesa de continuidad
El cambio será la continuidad. Sola en un escenario enorme y de frente a las principales figuras del oficialismo, Cristina Kirchner despejó el promocionado misterio sobre el rumbo del gobierno que se propone liderar si logra suceder a su marido en el poder.Lo dijo de varias maneras, durante el acto de lanzamiento de su candidatura presidencial, en el Teatro Argentino, en esta ciudad. "Lo que va a garantizar la novedad del cambio es seguir en una misma dirección, evitando los cimbronazos que tuvimos en el pasado". Y prometió "institucionalizar el modelo económico de acumulación e inclusión social". Sólo deslizó algunas líneas que permitirían imaginar diferencias posibles entre los dos kirchnerismos.
Mencionó la necesidad de "una planificación estratégica a mediano y largo plazo" y de apostar al diálogo social. "El país necesita empresarios inteligentes y sindicatos fuertes", enfatizó, con el mismo tono que empleó para refutar el "modelo de transferencia y exclusión" de los años 90. El presidente Néstor Kirchner la miraba como sin respirar, en la primera fila del superpullman. Ella, desde el escenario, le dedicaría el final de sus 45 minutos de discurso, cuando reflotó el juego de campaña consistente en llamarlo de usted. "Los argentinos no lo van a olvidar. Espero que no lo extrañen demasiado." El teatro estalló en carcajadas, algo más espontáneas que la tormenta de papelitos celestes y blancos que cayó del techo. Cámaras de cine captaban la escena y la retransmitían en las pantallas gigantes ubicadas detrás del atril negro que usó la primera dama. Allá lejos, el Presidente se paró a aplaudir. Tenía alrededor a todo el gabinete, a 17 gobernadores -peronistas y radicales K-, a más de 20 intendentes del conurbano -en su mayoría equilibristas del kirchnerismo tardío-, a Hugo Moyano y la cúpula de la CGT, a Luis D Elía y a varios líderes piqueteros que abandonaron la calle, a artistas, senadores, diputados, Madres y Abuelas de Plaza de Mayo... Una demostración de fuerza de cara a una campaña que sorprendió al Gobierno enfrascado en la crisis energética y los escándalos judiciales, como el que involucró a Felisa Miceli, removida esta misma semana del Ministerio de Economía. Nada de eso sobrevoló siquiera las palabras de Cristina (así, a secas, como aparece en los afiches oficiales de propaganda). Con el timbre vehemente de sus discursos parlamentarios, la candidata repasó los logros que adjudica al Gobierno y evitó cualquier referencia partidista. Pese al tibio intento de un sector de la platea, la palabra Perón no salió por los parlantes. Tampoco nombró a ninguno de sus rivales en las elecciones de octubre. Se mostró pragmática. Al punto que bordeó el homenaje cuando dijo: "La vida de los argentinos se arregla o se desarregla desde la economía". Casi como aquel "es la economía, estúpido" de su admirado Bill Clinton.