"No tolero estos robos".
Enrico Monfrini es quizá el hombre más temido por los gobernantes corruptos del mundo.
Es abogado y a sus 54 años posee una habilidad peculiar: sabe cómo rastrear las fortunas escondidas de líderes deshonestos.
Tiene contactos, experiencia y acumula ya varios logros. Su caso más celebrado fue el de Nigeria.
Con su pericia, Monfrini ayudó a recobrar más de US$1.000 millones que habían sido sacados del país africano por el ex líder nigeriano Sani Abacha en los '90s.
Ama su trabajo y actualmente está concentrado en investigar las finanzas de 'Baby Doc' Duvalier, ex líder haitiano acusado de corrupción y malversación, durante su gobierno en los '70s y '80s.
Aunque está ocupado, Monfrini no pierde de vista los actuales sucesos en el Medio Oriente. Sus talentos podrían ser requeridos en cualquier momento para rastrear los dineros tomados por cabezas de estado recientemente depuestos.
Tras las cuentas bancarias
En el caso de Nigeria, Monfrini contó con el apoyo del gobierno democráticamente electo que asumió el poder luego del fin del regencia de Abacha.
"Siempre hay depósitos y retiros".
Cuando empezó este trabajo, casi no tenía información, aparte de unos pocos documentos sobre cuentas abiertas en Suiza.
Monfrini, en entrevista con la BBC, afirma que este tipo de labor requiere "una gran cantidad de horas y una red de contactos amplia que pueda decirte dónde podrías encontrar cuentas".
"Es imposible si no se cuenta con una red de contactos en todo tipo de niveles de gobierno, del poder judicial, de la policía, que pueden ayudarte a identificar, congelar o confiscar dineros".
Sin revelar los detalles del proceso que suele seguir para rastrear dinero cuidadosamente oculto, señala que es como jalar los hilos sueltos de una tela que al final se desenreda.
Una vez que se encuentran una o dos cuentas el proceso se encarrila, pues esas cuentas "hablan por muchas otras cuentas", dice. "Porque siempre hay depósitos y retiros en una cuenta bancaria".
Tesoros descubiertos
No puedo creer que en un país pequeño como Libia, por ejemplo, donde la población es más bien pequeña y el ingreso por petróleo es enorme, la gente viva en un estado de pobreza tal que da pena. Es horrible y no lo soporto.
Enrico Monfrini
En el caso de Abacha, Monfrini pudo recuperar US$1.300 millones.
El dinero estaba en Suiza (hasta US$700 millones), en Luxemburgo (donde aún no se recupera todo), entre otros países.
También se obtuvo de devoluciones hechas por gente aliada a Abacha que decidió por propia cuenta restituir el dinero.
"Siempre es una experiencia fantástica cuando se descubre un enorme tesoro. Esto ocurrió cuando fui a Luxemburgo. La cantidad que estaba buscando era de unos US$30 millones, y de un día para otro descubrimos US$650 millones. Fue fantástico", le dijo a la BBC.
Monfrini lamenta que la mayoría de las operaciones de lavado de dinero es realizada por gente de su misma profesión, "abogados que ayudan a sus clientes a ocultar el dinero".
La democracia como condición
El abogado suizo tiene una motivación: "No me gustan los robos. No me gusta ver lo que veo cuando voy a esos países. Lo odio, no lo tolero.
"No puedo entender. No puedo creer que en un país pequeño como Libia, por ejemplo, donde la población es más bien pequeña y el ingreso por petróleo es enorme, la gente viva en un estado de pobreza tal que da pena. Es horrible y no lo soporto".
Sus hijos le insisten en que se jubile, pero se niega, dice, porque ama este trabajo. "Es fantástico".
Sin embargo, si desde Túnez, por ejemplo, lo llamaran para rastrear cuentas bancarias del gobierno derrocado, "no tomaría hoy el trabajo".
"Una cosa es congelar dinero y otra es identificarlo. Para identificarlo se requiere a un cazador, alguien que coordine el esfuerzo de rastreo", explicó, en entrevista con la BBC.
Según Monfrini, la condición esencial para que un "cazador" como él tenga cierto grado de éxito es trabajar con el apoyo total de gobiernos democráticamente electos.
"Esta labor es imposible cuando eres contratado por gente que también podría tener la mano en la bolsa".