Celebrar el 8 de marzo de cada año como Día Internacional de la Mujer, se vincula a un contexto histórico desarrollado paulatinamente con grandes episodios de luchas por causas de discriminación de la mujer en el ejercicio de sus derechos fundamentales.
Las sociedades se han caracterizado tradicionalmente por ser eminentemente patriarcales, lo que ha hecho que los espacios de participación de la mujer, hayan sido reservados en forma casi exclusiva para los hombres. Sin embargo, en pleno Siglo XXI, el futuro es más alentador para la mujer que en el pasado.
La declaración del 8 de marzo es consecuencia de una lucha que comenzó en el año 1857 en la ciudad de Nueva York y que continuó medio siglo después, cuando en el año 1908, miles de mujeres se congregaron en las calles de esa ciudad exigiendo mejores condiciones laborales y el fin de la explotación que experimentaban en las fábricas de textiles para las que trabajaban.
Estas reivindicaciones dan inicio a las primeras conquistas femeninas: Se celebra por primera vez en Estados Unidos, el último día de febrero de 1908, el Día Internacional de la Mujer; dos años después, el 27 de agosto de 1910, dentro del marco de la Segunda Conferencia de Mujeres Socialistas, celebrada en Copenhague, Dinamarca, se adopta el 8 de marzo como Día de la Mujer Trabajadora; y a partir de ahí, comenzó una lucha que aún no termina, para evitar las discriminaciones laborales y económicas y lograr el reconocimiento de los derechos de la mujer.
La Asamblea General de la ONU, adoptó mediante la Resolución 32/142, de fecha 16 de diciembre de 1977, la declaración del 8 de marzo como Día de la Mujer y la Paz Internacional. Un siglo después de los hechos ocurridos en la ciudad de Nueva York, la mujer ha experimentado grandes avances en los distintos ámbitos de la sociedad, principalmente en el político e institucional: el derecho al sufragio (elegir y ser elegida), acceso a participar en la integración de los poderes y órganos constitucionales y lograr posiciones de alta competencia en la administración pública.
En República Dominicana, estos derechos civiles y políticos se consagraron en la ley No. 390, de 1940 y en la reforma constitucional de 1942, en los artículos 9 y 10, que dispone "..son ciudadanos los dominicanos de uno u otro sexoÖy pueden ejercer el derecho al voto".
Algunos países de Centro y Sudamérica, establecieron el voto femenino a partir de 1929, como es el caso de Ecuador; en cambio, Panamá lo estableció en 1941; Argentina en 1947, y Nicaragua en 1955. Sin embargo, fue en la década de los noventa que se dio inicio en Latinoamérica a la participación política determinante de las mujeres.
En Nicaragua, Violeta Barrio de Chamorro, fue electa presidenta en 1990, luego del triunfo de la revolución sandinista en 1989; en Panamá, en septiembre de 1999, Mireya Elisa Moscoso Rodríguez, asume la presidencia de la República de Panamá, convirtiéndose en la primera mujer en asumir esta posición; en Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, gana elecciones en el año 2007 y en el 2011, su incuestionable talento y capacidad política, la hizo merecedora del reconocimiento de la repostulación por los electores argentinos.
Otros ejemplos paradigmáticos lo tenemos con Michelle Bachelet, presidenta de Chile (2006-2011), quien deja el cargo con una alta popularidad y hoy dirige la recién creada agencia ONU-Mujer con el rango de Secretaria General Adjunta de la Naciones Unidas, y Dilma Vana Rousseff, primera presidenta de la historia de Brasil, al obtener un elevadísimo reconocimiento del electorado de su país (56.8%). Igual ocurre con Laura Chinchilla, actual presidenta de Costa Rica.
En República Dominicana, las mujeres han desempeñado un papel activo en la vida política en los últimos 30 años. En la actualidad, hay 4 senadoras y 38 diputadas, 3 ministras de Estado y en la Cámara de Cuentas y en las Altas Cortes, las mujeres ocupan posiciones importantes por su capacidad y eficiencia.
En el año 1978, la esposa del ex presidente Antonio Guzmán, Dña. Renée Klang, realizó varias obras de bien social a favor de los necesitados y durante su gestión fundó el Consejo Nacional para la Niñez (1978).
En el año 2000, Milagros Ortiz Bosch asume la Vicepresidencia de la República Dominicana, siendo la primera mujer en alcanzar este cargo. También fue senadora de la República.
Actualmente, la Dra. Margarita Cedeño, es la compañera de boleta del Lic. Danilo Medina para las próximas elecciones, por el Partido de la Liberación Dominicana. Ha realizado una labor social inmensa, conjugando con acciones puntuales su compromiso constante con los sectores más vulnerables de la sociedad, dirigiendo sus acciones de promoción y protección hacia la mujer, la niñez y la juventud. Muestra de su compromiso son los numerosos programas que ha desarrollado el Despacho de la Primera Dama: Progresando, Centros Tecnológicos Comunitarios, Solidaridad Social, Leyendo-Aprendo, Educando en Valores, entre otros.
En el ámbito internacional, fue nombrada Embajadora Extraordinaria de la FAO, entre otros importantes reconocimientos.
El artículo 39, numeral 5, de la Constitución de la República Dominicana establece que el Estado debe promover y garantizar la participación igualitaria de hombres y mujeres en las candidaturas a los cargos de elección popular, en la administración de justicia y en los estamentos de control del Estado.
Actualmente, existe un Proyecto de Ley, de nuestra autoría, denominado "Ley de Participación Igualitaria entre Hombres y Mujeres en la Administración Pública y Poderes del Estado", que persigue un verdadero Estado de igualdad, donde la figura de la mujer no se vea limitada por porcentajes mínimos en el ámbito de la participación política.
La Estrategia Nacional de Desarrollo (END-2030), consagra la necesidad de que el Estado construya "una cultura de igualdad entre hombres y mujeres". Para lograr esta equidad, la END establece líneas de acción que fortalecen el ejercicio y participación de los derechos económicos, sociales, culturales y políticos de la mujer, así como la elaboración de un marco legal que permita políticas publicas para una igualdad efectiva y el fomento de las normativas nacionales e internacionales que garanticen los derechos de la mujer.
En definitiva, la mujer ha conquistado un lugar que le corresponde por derecho propio, no como una gracia concedida por el resto de la sociedad.