Thomas Piketty, ¿el nuevo héroe de la economía?
Se llama Thomas Piketty y es una especie de rockstar de la economía. Sus teorías molestan a la derecha, incomodan a la izquierda e interesan a muchos economistas y gobernantes que quieren poner en práctica lo que teoriza este personaje.
Se le compara con Marx o Keynes, lo que puede ser una exageración, porque aquellos dos referentes de la economía ya soportaron el paso de la historia. Pero como sea, este francés, creador del best seller Le capital au XXIe siècle (capital en el siglo XXI), ha merecido el reconocimiento de las vacas sagradas de la economía.
La búsqueda de caminos intermedios entre el anacrónico comunismo y el capitalismo salvaje, que está más vivo que nunca, es una de las cruzadas favoritas de los expertos en estos tiempos. Este economistafrancés es aire fresco en ese campo de batalla.
Es un reto entrarle a las más de 700 páginas de la versión en inglés, titulada Capital in the Twenty-First Century. Su análisis central está en la relación de la creación de riqueza contra la distribución del ingreso, a través de examinar la historia de 20 países desde el siglo XVIII hasta nuestros días.
Encuentra que el crecimiento económico ha sido mediocre, comparado con el incremento en las utilidades del capital, a razón de tres a uno. Esto evidentemente concentra la riqueza y genera distorsiones en la distribución de los ingresos.
Entre otras cosas propone la creación de impuestos brutales a las utilidades financieras, gravámenes más altos a la riqueza y un aumento de tasas impositivas con más progresividad y elevar el gasto público hasta más allá de la mitad del Producto Interno Bruto. Todo sin renunciar a los principios básicos del capitalismo.
Evidentemente que desde los círculos conservadores lo ven con terror. Lo conciben como un detractor del esfuerzo y opuesto al premio al esfuerzo, mientras que desde algunos círculos de la izquierda lo critican por no renunciar a la idea del capital privado como eje del desarrollo.
Todavía no está el texto en español, pero vale la pena aprenderse el nombre de Thomas Piketty porque está de moda y sobre todo lo están escuchando en los círculos que toman decisiones.
Sólo que hay que tener cuidado con las recetas mágicas. Francia, su país natal, decidió imponer un gravamen muy alto a los ricos. Esta medida que parece tener todo el toque de Piketty sirvió para que los hombres y mujeres más ricos de ese país europeo cambiaran su residencia y hasta su nacionalidad para evitar el impuesto.
La solidaridad del capital es universal porque han conquistado la mayor parte del territorio y una medida que busque limitar ese poder está condenada al fracaso si su ejercicio es tan tímido como el simple territorio de un solo país.
Lo mejor de este economista francés es que su enorme sentido común tiene mucho sentido. No parecen las teorías de un rupturista con ganas de asaltar el poder o imaginando una utopía. Tiene ese toque de sensatez que puede servir de semilla para la profundización teórica y para el ejercicio práctico.
La trascendencia académica la tiene garantizada. La crítica, la idolatría y la descalificación también las tiene ganadas. No sé si pueda superar las barreras del ejercicio del poder y sus planteamientos alcancen las políticas públicas de muchos países de este mundo.
Saludos
Rodrigo González Fernández
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