Bitar, Cristina
Lunes 29 de Julio de 2013
Mujer contra mujer
El azar del destino ha querido que esta elección presidencial se dé entre dos mujeres, cuyas vidas tienen paralelos increíbles y que representan de una manera insuperable todo lo que este país ha vivido en los últimos cuarenta años. Hijas de dos generales de la Fuerza Aérea a los que la historia colocó en veredas opuestas en el quiebre de la democracia que llevó a Chile al golpe de 1973. De alguna manera, ellas simbolizan esa clase media del siglo pasado, formada principalmente al alero del Estado, hijas de funcionarios públicos, educadas en colegios a los que tenía acceso ese grupo, vivieron su niñez y adolescencia en las poblaciones que los funcionarios públicos, civiles o uniformados, ocuparon y que dieron un sello a su manera de entender el país.
El quiebre institucional también las hace representativas del país de entonces, una vivió el proceso desde la autoridad, su padre fue ministro y luego miembro de la Junta Militar de Gobierno, estudió economía y realizó estudios de postgrado en el extranjero. La otra vivió los rigores de la dictadura, la muerte de su padre encarcelado, la prisión propia y el exilio. Todo lo que no le impidió formarse profesionalmente, recibirse de médico y conocer el mundo anterior a la caída del muro de Berlín, tanto detrás de la cortina de hierro como en el occidente europeo.
Ambas son mujeres de capacidad indudable, liberales, reconciliadas con su pasado y expresan el cambio enorme que ha tenido nuestro país en los últimos 10 años. Hace apenas una década era muy difícil imaginar que una mujer pudiera llegar a la presidencia de la República y, probablemente, hace menos tiempo aún era muy difícil imaginar que dos mujeres podían representar a los dos bloques principales. Ellas, por lo que son, por lo que piensan, son el mejor testimonio de cómo ha cambiado esta sociedad, y sin duda su situación de candidatas es una gran noticia para todas las mujeres de este país.
Es verdad que Evelyn Matthei ha dicho que ella representa a una coalición y no va a tensionar a los partidos que la apoyan enfatizando su visión liberal de la sociedad, pero es indudable que tanto por el hecho de que dos mujeres encarnen estas candidaturas, como por sus posiciones de sobra conocidas, esta elección representa a un nuevo Chile.
Pienso que la competencia entre mujeres no va a derivar en un enfrentamiento ácido. Los que apuestan a que la ventaja de Matthei es que por ser mujer podrá atacar a Bachelet cometen un gran error y creo que se van a llevar una gran desilusión. Probablemente quienes piensan así tienen esa visión conservadora que no entiende el cambio que ha hecho posible que su candidata sea una mujer.
Es verdad que ambas expresan dos formas de liderazgo femenino muy diferentes, pero ambas encarnan esencialmente liderazgos con el que las mujeres nos identificamos. El de Matthei es el de la mujer que no se deja avasallar, que enfrenta las dificultades con coraje, que se defiende sola. El de Bachelet es el de la mujer que, desde la afabilidad y el carácter de cualquier madre, ha salido adelante contra todo pronóstico.
Matthei ha demostrado siempre su convicción de que los individuos son los primeros llamados a hacerse cargo de sus vidas y que el Estado debe asegurar las condiciones justas de competencia y emprendimiento. Por ello, se ha atrevido a presentar proyectos como el de aborto terapéutico o a plantear una voz de alerta cada vez que se discute el sueldo mínimo. Bachelet, por otro lado, cree que el Estado debe tener un rol preponderante en la organización de la sociedad, aun a costa de la libertad individual y del desarrollo de las responsabilidades.
¿Y saben por qué es tan importante recalcarlo? Porque, al final del día, el que ambas sean mujeres las hace más receptivas a la discriminación y desventaja que han enfrentado las mujeres siempre, pero que no las hace distintas a los hombres en su capacidad de representar ideas e intereses distintos.
Si hay algo que podemos anticipar es que, sin que ocurra ningún otro evento inesperado, será una mujer quien se ponga la banda presidencial y gobierne a nuestro país durante los próximos cuatro años. Una segunda oportunidad para que una mujer gobierne Chile es una gran oportunidad para todas las mujeres, que vemos que con esta campaña se acerca un cambio largamente anhelado, que es la verdadera igualdad de oportunidades para nuestro género.
Saludos
Rodrigo González Fernández
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