Sequía devela ineficiencia
La huella del agua nos acusa
Nuestro descuido o desaprensión respecto al cuidado de los recursos naturales, específicamente del agua, queda al descubierto ante el mundo cuando el mercado internacional comienza a poner ojo en el volumen de agua usado para generar productos. El indicador de la huella de agua gana terreno y se exige más eficiencia.
El panorama futuro de la disponibilidad de agua parece oscurecerse cada vez más. Tanto que para algunos científicos ya es definitivamente sombrío. De hecho, en algunos sectores de secano la sequedad de las norias da cuenta de la seriedad del problema. También el nivel de los embalses.
Si se buscan las causas de tal situación, indefectiblemente hay que hacer referencia al cambio climático, por un lado y, por otra parte, a la responsabilidad humana en cuanto a la falta de eficiencia en el uso del agua.
Sobre lo primero, el proceso progresivo y silencioso ya se ha hecho perceptible en los últimos años e indica que efectivamente hay un cambio, que preocupa a los investigadores y últimamente a muchos miembros de la comunidad. Un hecho claro, es que las lluvias se han ido haciendo cada vez más escasas, de lo que tiene referencias el agroclimatólogo Patricio González, investigador del Centro de Investigación en Riego y Agroclimatología (CITRA) de la Universidad de Talca, basado en las estadísticas de que dispone.
"En 2006 hubo un superávit de 11.4 por ciento; en 2007, fue del 51.1 por ciento; el año siguiente culminó con -6.5 por ciento; en 2009 la cifra negativa aumentó al 22.4 por ciento y, en 2010 la falta de pluviometría alcanzó a -33.6 por ciento anual. En suma, en los últimos seis años sólo 2006 culminó como año normal. Los restantes acumularon perdidas consecutivas, lo cual también es válido para el aporte de nieve en la cordillera", precisa. A su juicio, el cambio climático -iniciado a comienzos de los años 90- ha mermado lentamente los aportes pluviométricos anuales.
Más tecnología
Se suma a este panorama, y lo complica más, la baja eficiencia en el uso del agua en la agricultura. Ante esta situación, los investigadores del CITRA afirman que es necesario invertir más en tecnología y realizar actividades de transferencia tecnológica para que los agricultores asimilen y apliquen las tecnologías disponibles.
En medio de este escenario adverso surge el concepto de huella del agua, un indicador virtual, que busca incentivar el manejo más eficiente del agua. Samuel Ortega, director del CITRA, explica que la huella hídrica es el volumen de agua que se utiliza en un proceso de producción cuyo resultado es un determinado producto. Con esta definición se busca presionar a los países a realizar un manejo sustentable del agua en la producción de bienes y servicios.
El indicador puede ser aplicado a una zona geográfica en particular para calcular la cantidad de agua que se consumió y también se contaminó en la producción, por ejemplo, de una botella de vino. El cálculo abarca todo el proceso, desde el cultivo de la viña hasta la vinificación, embotellamiento y transporte. Se ha calculado, por ejemplo, que la huella hídrica para producir una camisa de algodón es 2.700 litros de agua.
La huella en el mercado
En el mercado internacional, la huella del agua, del mismo modo que la huella de carbono, es un aspecto que cada vez cobra más peso, dada la relevancia cada vez mayor que cobra la defensa del medio ambiente y preservación de los recursos naturales.
Al respecto, el director del CITRA comenta los resultados de un estudio de huella hídrica en el mercado internacional, que midió la cantidad de agua utilizada en 356 productos transados entre 1997 y 2001. El primer lugar en la huella hídrica lo logró el café no tostado y no descafeinado, con 79 millones 855 mil 106 metros cúbicos de virtual agua al año, equivalente al 6,32 por ciento del volumen del intercambio de agua virtual en el mundo. En segundo lugar se ubicó el trigo, con 75 mil millones de agua virtual al año, correspondiente al 5,99 por ciento del total del volumen del comercio internacional. Le siguieron la soya en granos, que representó el 5,5 por ciento del volumen mundial, y los granos de cacao, con 62 mil millones de metros cúbicos, lo que equivale al 4,94 por ciento del flujo mundial.
En los lugares siguientes de este ranking están el arroz molido o semi molido, el algodón no procesado, aceites de soya, maíz, carne bovina y azúcar cruda de caña. También el estudio revela que la huella hídrica de una tasa de café es de 140 litros, en cambio la de una taza de té, es de sólo 30 litros.
En productos unitarios, se determinó que una hamburguesa, con 125 gramos de carne de vacuno, demanda 2.400 litros de agua; un par de zapatos de cuero bovino, 8.000 litros y un kilo de azúcar refinada de caña, exige 1.500 litros de agua.
Cuando a nivel internacional hay cada vez mayor preocupación en torno a la huella hídrica, en Chile el tema está en pañales. Sin embargo, en la Región del Maule se observa un mayor desarrollo, gracias a los proyectos desarrollados por el CITRA
El tema, asociado a la eficiencia del uso de agua, es estudiado durante varios años en este centro, a través de diversos proyectos de investigación, que han permitido, por ejemplo, establecer modelos matemáticos para el cálculo de la huella hídrica y lograr resultados concretos en transferencia tecnológica con metodologías que aumentan la eficiencia del riego.
Samuel Ortega destaca la disminución en 150 por ciento en los volúmenes de agua en cultivos de tomate bajo invernadero; ahorros de un 30 a un 60 por ciento en el agua de riego en vides para vinificación, sin afectar rendimientos ni calidad, y reducción de un 20 a un 45 por ciento en agua de riego en olivos, manzanos, arándanos, maíz semillero y frambuesa.
Además, el CITRA estableció el Servicio de programación y optimización del uso del agua de riego (SEPOR) para entregar a los agricultores un sistema de información que les permitiera regular el riego, de acuerdo a los requerimientos hídricos de cultivos y plantaciones. Este proyecto hizo posible reducir la huella del agua en uva vinífera, olivos y manzanos.
Actualmente, los investigadores del CITRA están incorporando tecnología satelital para evaluar el consumo del agua de los cultivos y frutales.
Menos agua en el vino
El director del CITRA es un convencido de que el uso de estas nuevas metodologías es el camino para enfrentar los severos problemas de disponibilidad de recursos hídricos que se ven venir. "Ya está faltando agua en algunas comunas y va a haber una gran competencia por el consumo de las personas, la agricultura y las hidroeléctricas. Para mitigar es situación que ya viene, lo primero es invertir en tecnología con el fin de aumentar la eficiencia del uso del agua. Eso, a su vez, va a mejorar la huella hídrica. Si la huella hídrica es de 120 litros para producir una copa de vino, con tecnología vamos a usar menos agua. Es posible disminuir a 80 litros por copa de vino", argumenta.
Pero acceder a las innovaciones tecnológicas no resuelve por sí solo el problema. Otro elemento fundamental en capacitar a los agricultores, lo que requiere de tiempo y de inversión de recursos. "Hay que provocar un cambio en la cultura del agricultor y eso toma tiempo, pero ya es el momento que las autoridades inviertan en esto", opina. A la vez, considera necesario formar profesionales que sean capaces también de usar las tecnologías de la información y comunicación, como los sistemas de información geográfica, imágenes satelitales y sensores para monitorear el clima.
Agua para las napas
Medidas que también estima positivas son la construcción de embalses y la cosecha de agua, que consiste en aprovechar las aguas de las lluvias para alimentar las napas freáticas. Agrega que es necesario, además, calcular la demanda hídrica y anticiparse a ella, mediante una metodología adecuada y considerar la variabilidad espacial, de modo mejorar la eficiencia en la distribución y uso del agua.
"Calculamos que en los próximos años va a haber una reducción de un 20 a un 40 por ciento de agua. Es una situación que va a afectar fuertemente a la agricultura. Actualmente nuestra eficiencia es de un 35 por ciento, es decir, de 100 litros se pierden 65, pero con tecnología podemos llegar a una eficiencia de un 50 a un 55 por ciento, lo que nos permitiría soportar una reducción de precipitaciones en el futuro, pero con tecnología", recalca el investigador.
Si bien, la disminución de la disponibilidad de agua dulce es un problema, Ortega ve también una "tremenda oportunidad" para el centro que dirige, que hace 12 años trabaja en el tema con técnicas de primera línea. "En Chile hay mucho dato, pero hay que generar conocimiento y eso nosotros lo hacemos", afirma.
Si se buscan las causas de tal situación, indefectiblemente hay que hacer referencia al cambio climático, por un lado y, por otra parte, a la responsabilidad humana en cuanto a la falta de eficiencia en el uso del agua.
Sobre lo primero, el proceso progresivo y silencioso ya se ha hecho perceptible en los últimos años e indica que efectivamente hay un cambio, que preocupa a los investigadores y últimamente a muchos miembros de la comunidad. Un hecho claro, es que las lluvias se han ido haciendo cada vez más escasas, de lo que tiene referencias el agroclimatólogo Patricio González, investigador del Centro de Investigación en Riego y Agroclimatología (CITRA) de la Universidad de Talca, basado en las estadísticas de que dispone.
"En 2006 hubo un superávit de 11.4 por ciento; en 2007, fue del 51.1 por ciento; el año siguiente culminó con -6.5 por ciento; en 2009 la cifra negativa aumentó al 22.4 por ciento y, en 2010 la falta de pluviometría alcanzó a -33.6 por ciento anual. En suma, en los últimos seis años sólo 2006 culminó como año normal. Los restantes acumularon perdidas consecutivas, lo cual también es válido para el aporte de nieve en la cordillera", precisa. A su juicio, el cambio climático -iniciado a comienzos de los años 90- ha mermado lentamente los aportes pluviométricos anuales.
Más tecnología
Se suma a este panorama, y lo complica más, la baja eficiencia en el uso del agua en la agricultura. Ante esta situación, los investigadores del CITRA afirman que es necesario invertir más en tecnología y realizar actividades de transferencia tecnológica para que los agricultores asimilen y apliquen las tecnologías disponibles.
En medio de este escenario adverso surge el concepto de huella del agua, un indicador virtual, que busca incentivar el manejo más eficiente del agua. Samuel Ortega, director del CITRA, explica que la huella hídrica es el volumen de agua que se utiliza en un proceso de producción cuyo resultado es un determinado producto. Con esta definición se busca presionar a los países a realizar un manejo sustentable del agua en la producción de bienes y servicios.
El indicador puede ser aplicado a una zona geográfica en particular para calcular la cantidad de agua que se consumió y también se contaminó en la producción, por ejemplo, de una botella de vino. El cálculo abarca todo el proceso, desde el cultivo de la viña hasta la vinificación, embotellamiento y transporte. Se ha calculado, por ejemplo, que la huella hídrica para producir una camisa de algodón es 2.700 litros de agua.
La huella en el mercado
En el mercado internacional, la huella del agua, del mismo modo que la huella de carbono, es un aspecto que cada vez cobra más peso, dada la relevancia cada vez mayor que cobra la defensa del medio ambiente y preservación de los recursos naturales.
Al respecto, el director del CITRA comenta los resultados de un estudio de huella hídrica en el mercado internacional, que midió la cantidad de agua utilizada en 356 productos transados entre 1997 y 2001. El primer lugar en la huella hídrica lo logró el café no tostado y no descafeinado, con 79 millones 855 mil 106 metros cúbicos de virtual agua al año, equivalente al 6,32 por ciento del volumen del intercambio de agua virtual en el mundo. En segundo lugar se ubicó el trigo, con 75 mil millones de agua virtual al año, correspondiente al 5,99 por ciento del total del volumen del comercio internacional. Le siguieron la soya en granos, que representó el 5,5 por ciento del volumen mundial, y los granos de cacao, con 62 mil millones de metros cúbicos, lo que equivale al 4,94 por ciento del flujo mundial.
En los lugares siguientes de este ranking están el arroz molido o semi molido, el algodón no procesado, aceites de soya, maíz, carne bovina y azúcar cruda de caña. También el estudio revela que la huella hídrica de una tasa de café es de 140 litros, en cambio la de una taza de té, es de sólo 30 litros.
En productos unitarios, se determinó que una hamburguesa, con 125 gramos de carne de vacuno, demanda 2.400 litros de agua; un par de zapatos de cuero bovino, 8.000 litros y un kilo de azúcar refinada de caña, exige 1.500 litros de agua.
Cuando a nivel internacional hay cada vez mayor preocupación en torno a la huella hídrica, en Chile el tema está en pañales. Sin embargo, en la Región del Maule se observa un mayor desarrollo, gracias a los proyectos desarrollados por el CITRA
El tema, asociado a la eficiencia del uso de agua, es estudiado durante varios años en este centro, a través de diversos proyectos de investigación, que han permitido, por ejemplo, establecer modelos matemáticos para el cálculo de la huella hídrica y lograr resultados concretos en transferencia tecnológica con metodologías que aumentan la eficiencia del riego.
Samuel Ortega destaca la disminución en 150 por ciento en los volúmenes de agua en cultivos de tomate bajo invernadero; ahorros de un 30 a un 60 por ciento en el agua de riego en vides para vinificación, sin afectar rendimientos ni calidad, y reducción de un 20 a un 45 por ciento en agua de riego en olivos, manzanos, arándanos, maíz semillero y frambuesa.
Además, el CITRA estableció el Servicio de programación y optimización del uso del agua de riego (SEPOR) para entregar a los agricultores un sistema de información que les permitiera regular el riego, de acuerdo a los requerimientos hídricos de cultivos y plantaciones. Este proyecto hizo posible reducir la huella del agua en uva vinífera, olivos y manzanos.
Actualmente, los investigadores del CITRA están incorporando tecnología satelital para evaluar el consumo del agua de los cultivos y frutales.
Menos agua en el vino
El director del CITRA es un convencido de que el uso de estas nuevas metodologías es el camino para enfrentar los severos problemas de disponibilidad de recursos hídricos que se ven venir. "Ya está faltando agua en algunas comunas y va a haber una gran competencia por el consumo de las personas, la agricultura y las hidroeléctricas. Para mitigar es situación que ya viene, lo primero es invertir en tecnología con el fin de aumentar la eficiencia del uso del agua. Eso, a su vez, va a mejorar la huella hídrica. Si la huella hídrica es de 120 litros para producir una copa de vino, con tecnología vamos a usar menos agua. Es posible disminuir a 80 litros por copa de vino", argumenta.
Pero acceder a las innovaciones tecnológicas no resuelve por sí solo el problema. Otro elemento fundamental en capacitar a los agricultores, lo que requiere de tiempo y de inversión de recursos. "Hay que provocar un cambio en la cultura del agricultor y eso toma tiempo, pero ya es el momento que las autoridades inviertan en esto", opina. A la vez, considera necesario formar profesionales que sean capaces también de usar las tecnologías de la información y comunicación, como los sistemas de información geográfica, imágenes satelitales y sensores para monitorear el clima.
Agua para las napas
Medidas que también estima positivas son la construcción de embalses y la cosecha de agua, que consiste en aprovechar las aguas de las lluvias para alimentar las napas freáticas. Agrega que es necesario, además, calcular la demanda hídrica y anticiparse a ella, mediante una metodología adecuada y considerar la variabilidad espacial, de modo mejorar la eficiencia en la distribución y uso del agua.
"Calculamos que en los próximos años va a haber una reducción de un 20 a un 40 por ciento de agua. Es una situación que va a afectar fuertemente a la agricultura. Actualmente nuestra eficiencia es de un 35 por ciento, es decir, de 100 litros se pierden 65, pero con tecnología podemos llegar a una eficiencia de un 50 a un 55 por ciento, lo que nos permitiría soportar una reducción de precipitaciones en el futuro, pero con tecnología", recalca el investigador.
Si bien, la disminución de la disponibilidad de agua dulce es un problema, Ortega ve también una "tremenda oportunidad" para el centro que dirige, que hace 12 años trabaja en el tema con técnicas de primera línea. "En Chile hay mucho dato, pero hay que generar conocimiento y eso nosotros lo hacemos", afirma.
Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en "Responsabilidad Social Empresarial" de la ONU
Diplomado en "Gestión del Conocimiento" de la ONU
Diplomado en Gerencia en Administracion Publica ONU
Diplomado en Coaching Ejecutivo ONU(
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