Partidos políticos y caudillismo
Por: Francisco Miró Quesada Rada |
Diversos autores se refieren a las funciones de los partidos políticos en una democracia. Dicen que sirven para encauzar la caótica voluntad popular, educar al ciudadano para la responsabilidad política, servir de eslabón entre el Gobierno y la opinión pública. También seleccionan la 'élite' que debe dirigir el destino de una nación y proyectan la política, como explica el constitucionalista argentino Mario Justo López.
Segundo Linares Quintana, otro destacado experto en derecho constitucional, sostiene que es misión de los partidos la formulación de políticas, la designación de candidatos para los cargos electivos, la conducción del Gobierno y participación en el mismo, la educación política del pueblo y ser intermediarios entre este y el Gobierno.
¿Cumplen los partidos políticos peruanos dichos requisitos?
Saque usted sus conclusiones. Probablemente cumplen algunos y otros no. Los partidos son fundamentales en la democracia, pero la democracia no solo debe funcionar en la sociedad y en el Estado, sino al interior de las instituciones. Este segundo caso, con relación a los partidos, no se ha dado en el país, porque todavía dependen de la sombra del caudillo, de su líder político, cuyo liderazgo es sobredimensionado porque concentra todo el poder. Es como si fuera un monarca. Fundador, conductor e ideólogo, decide quiénes deben ocupar los cargos en el partido y el lugar de los candidatos al Congreso. En cuanto líder máximo no es cuestionado y tampoco se puede competir con él.
En nuestro país han existido esfuerzos para revertir esta situación. Quizás el más importante radica en la elección interna de las autoridades partidarias y de los candidatos a cargos públicos electivos.
Uno de estos esfuerzos es la ley de partidos políticos, que requiere ser mejorada. En realidad, desde que fue promulgada, no se cumplió porque los candidatos a la Presidencia no compitieron al interior de sus respectivos partidos, sino que fueron "proclamados por unanimidad". En consecuencia se violó la ley y, salvo casos aislados, este hecho pasó desapercibido en los medios de comunicación, sin reparar en que el caudillo nuevamente se imponía a la democracia interna. Existe todavía arraigada en nuestra sociedad una cultura del caudillismo, que debe cambiar para que funcione la democracia interna.
Por eso ha hecho bien la ONPE en presentar un proyecto de ley para modificar algunos artículos de la Ley de Partidos Políticos. Según el cual, las elecciones internas son obligatorias y el proceso será revisado por la ONPE. Si este proyecto de ley se convierte en ley, habremos dado un gran paso para superar la "cultura del caudillismo" y consolidar la democracia al interior de los partidos. De esta manera, poco a poco y debido a la transparencia que implica un proceso electoral interno técnicamente supervisado, se empezará a recuperar la confianza en los líderes, dirigentes y militantes partidarios.
CONSULTEN, OPINEN , ESCRIBAN LIBREMENTE
Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en RSE de la ONU
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