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Sunday, August 03, 2008

CIENCIA & POLITICA: La mala ciencia y la mala política son como los malos hábitos

VIDA INTELIGENTE
La mala ciencia y la mala política son como los malos hábitos, mi madre decía que se pegaban de lo más fácil.
Ciencia y política
Pero como dijo Wilde refiriéndose al arte: ˝una verdad en el arte es aquella cuya contradicción es también verdadera" y en política también, añadimos nosotros. Pero no es a este tipo de verdad a la que se refiere la ciencia.
J. R. Albaine Pons
martes, 29 de enero de 2008
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De primera impresión parecería que ciencia y  política deberían ir de la mano en la sociedad actual. Peligrosa conclusión. Los ejemplos sobran; desde el gran Galton y su hoy-pero no entonces- infame eugenesia, que llevó a Hitler y a los alemanes a exterminar a millones de judíos, gitanos, homosexuales y polacos, pasando por Sir W. Churchill que basado en las mismas ideas propuso la esterilización de cientos de miles de personas en su época.

Negar la ciencia en política también puede ser desastroso. Los casos clásicos son el de Lysenko, el biólogo mimado y aupado por Stalin, que al ignorar  la genética y el darwinismo se inventó sus propias leyes biológicas, con la consecuente ruina de la agricultura soviética y hambre de millones de personas; y el de nuestro admirado Mahatma Gandhi, quien dejó morir a su esposa, por ir en contra de la "ciencia occidental opresora" y negarse a que se le suministrara un tratamiento de penicilina.

A pesar de los ejemplos citados, y hay muchos otros en la actualidad de hoy, la autoridad de la ciencia en nuestra cultura no es discutible. Habitamos  un mundo y vivimos unas vidas que dependen cada vez más del conocimiento científico.

La ciencia nos ha dado verdades, aunque la propia ciencia es la primera en reconocer como temporales, que nos han permitido un nivel de vida y de certidumbre no conocido antes por la humanidad.

Pero como dijo Wilde refiriéndose al arte: ˝una verdad en el arte es aquella cuya contradicción es también verdadera" y en política también,  añadimos nosotros. Pero no es a este tipo de verdad a la que se refiere la ciencia.

Los ecologistas- que por definición son políticos no científicos-, por ejemplo, en los años 70 y 80 del pasado siglo eran ácidos críticos de los avances científicos y culpaban a la ciencia y a los científicos de ser los responsables de los principales contaminantes del planeta; últimamente se han ido acercando a las ciencias y en especial a las así llamadas ciencias ambientales.

Los políticos actuales -incluidos los ecologistas- al no poder negar la importancia de la ciencia intentan ahora ser sus abanderados, pero lo hacen según sus verdades, convirtiendo la empresa científica en un dogma, en especial los problemas enfrentados por modelos matemáticos computarizados que los aceptan como resultados científicos y no como lo que son, hipótesis que ameritan de comprobación . La ciencia no es dogma, es escepticismo y prueba y sólo se inclina ante la evidencia.

Ya parece olvidada aquella clase de Antropología I, que en nuestro caso recibimos del fallecido profesor Plinio Pina, en la UASD, cuando se hablaba de periodos glaciales e interglaciales y de como estamos ahora en una era interglacial, donde los polos se retraen y se calienta el planeta.

Esto no es decir que hoy día la influencia humana no se manifieste en este fenómeno, pero llevar al extremo dogmatico los modelos, aceptando sólo los escenarios desmedidos no nos llevará a ningún lado.

Y, claro, los políticos al ver el sentido emocional que despiertan los postulados ecologistas, se han lanzado en todo el mundo a dirigir también esas ideas.

En el reciente documental de Al Gore se refuerza el hecho de que una onda de calor mató 35,000 y pico de personas en Europa en el 2003, pero nada dice acerca de que sigue siendo el frío la mayor causa de muerte por temperatura climática en el planeta.

Y así, en el tan llevado y traído protocolo de Kyoto, sobre calentamiento global, impulsado por la ONU, aún si los Estados Unidos lo firmase, reduciría los efectos que supuestamente intenta evitar solamente por cuatro años, en vez de ocurrir en el 2100, ocurrirían en el 2104, según cálculos recientes. Suena ridículo ¿no?

Un reciente libro de un académico australiano, el profesor Kellow, director del Centro de Estudios de Gobierno de la Universidad de Tasmania , llamado "Ciencia y Políticas Públicas", señala que las llamadas ciencias ambientales se convierten más y más en deseos de buena fe, en arte, y se alejan más y más de ser hechos y teorías probables del mundo de la ciencia.

Qué tan virtual es ésta así llamada ciencia se comprende cuando: " el estimado de pérdidas de especies depende de un modelo matemático que asocia especies y áreas; modelos de cambios en distribución de hábitats en estas áreas dependen a su vez del resultado de modelos climáticos ,adaptados para reflejar cambios en el clima como resultado de un aumento de gases invernadero…que a su vez son dirigidos por escenarios de cómo serían esas emisiones en el próximo siglo, basándonos en modelos económicos. Todo un sueño computacional.

Es ya famoso el estudio "Límite del Crecimiento" del Club de roma en 1972, basado en modelos parecidos y que calladamente ha sido enterrado por irreal.

 "Calentamiento Global" es una frase que es ya un lugar común, pero no deja de asustarnos y aparecen en nuestros periódicos editoriales al respecto y en su nombre culpas que sustituyen faltas de previsión, honestidad en el trabajo y simple sentido común; como escuchamos sobre nuestras recientes calamidades naturales y no tan naturales (no saber qué hacer con unas presas durante un tiempo de agua, no es una tragedia natural).

O dejamos de jugar a las palabras de una virtualidad, que hoy aquí pasa por sinónimo de progreso, o simplemente que Dios nos coja confesados. La mala ciencia y la mala política son como los malos hábitos, mi madre decía que se pegaban de lo más fácil.


CONSULTEN, OPINEN , ESCRIBAN LIBREMENTE
Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en RSE de la ONU
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1 comment:

Spina said...

Me ha sorprendido que estudió usted con mi padre, Plinio Pina, en la UASD y me agrada ver que rescata su nombre en esta era digital que él no conoció.
Saludos,
Soraya