Voto protesta
Señor Director:
Plausible y loable su invitación del editorial, la de no enrarecer y envenenar el clima en las próximas elecciones en Manizales y Caldas, con afirmaciones tendenciosas, difamaciones o calumnias. Por eso mismo no entendí la columna de Luis Felipe Gómez R., siempre tan ponderado, yéndose lanza en ristre contra Mario Aristizábal Muñoz, por su amistad con Rodrigo Garavito o su antiguo cargo como tesorero departamental de la campaña Samper.
Ni lo uno ni lo otro lo descalifican. Amistad no es complicidad y no todo en la campaña Samper fue escoria a no ser que se pretenda llevarse de calle una de las preciadas conquistas del derecho como lo es la presunción de inocencia. La apelación a la justicia subjetiva nos distancia del punto de equilibrio y nos acerca al oscurantismo de los llamados «juicios de Dios». No es conveniente volver a revivir episodios ya superados.
Por demás, no voy a votar por Mario Aristizábal Muñoz porque, con un puñado de ciudadanos, estamos impulsando el Voto en Blanco para las próximas elecciones en Manizales y Caldas. Nos parece que así le estamos prestando un buen servicio a la institucionalización de nuestros partidos. En efecto, cuando sólo son unos pocos los que señalan quiénes son los candidatos y a los adherentes de los partidos no se les consulta sino que se les presenta el hecho ineludible de tener que votar por esos señalados por dedos providenciales, estamos debilitando a las colectividades políticas y a la democracia misma. El alto índice de abstención en Caldas que bordea el 52% del potencial electoral, encuentra aquí su más acertada explicación.
Nuestra actual constitución diseñó el voto en blanco como un Voto Protesta y lo revistió de la tremenda fuerza jurídica de tener que volver a repetir la elección, y con distintos candidatos, de resultar siendo el ganador en la respectiva justa electoral. Es, por lo tanto, un medio pacífico de rechazo a esta democracia tan imperfecta, donde unos pocos deciden y los demás, como almas muertas, pasivamente refrendan con su voto, sin haber tenido ni arte ni parte, esas decisiones tomadas en excluyentes cenáculos.
No estamos, por consiguiente, contra ninguno de los candidatos en juego. Todos pueden ser todo lo bueno que se quiera. Estamos contra el método como fueron señalados.
Cordialmente,
Bonel Patiño Noreña
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