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Obama y la prensa: Estrategia a dos puntas
Por BEN FELLER © 2009 The Associated Press
Los cuestionamientos de Barack Obama son fuertes: la presa prefiera el conflicto a la cooperación, alienta comportamientos negativos y afecta la capacidad de los líderes de ayudar al país.
Los esfuerzos de la Casa Blanca por hacer quedar mal a Fox News, haciéndola aparecer como un brazo del Partido Republicano, son parte de la compleja estrategia del presidente Obama hacia una prensa que él cree lo trata injustamente.
Es una estrategia a dos puntas, ya que, a pesar del malestar que siente hacia ciertos sectores de la prensa, está claro que Obama trata de explotarla para promover su plan de gobierno.
Obama se presentó en los talk shows de Jay Leno y David Letterman. En sus primeros seis meses realizó la misma cantidad de conferencias de prensa que sus predecesores George W. Bush y Bill Clinton tuvieron en ocho años, y realizó muchas más entrevistas que ellos. Es el primer presidente de Estados Unidos que se presenta en un mismo día en cinco programas periodísticos de los domingos a la mañana.
Básicamente, la estrategia de Obama no es dominar a los medios de prensa o responsabilizarlos de sus problemas. Combina las dos cosas.
Obama dice que una cobertura noticiosa independiente es vital para la sociedad. Una de las promesas que hizo durante la campaña presidencial fue darle una mayor transparencia al gobierno.
Al mismo tiempo, es el principal crítico de la prensa.
Al lamentar durante un homenaje a Walter Cronkite la prominencia que tienen hoy los comentarios instantáneos, Obama dijo que la pregunta "¿qué sucedió hoy?" ha dado paso a "¿quién ganó hoy?".
"Se debilita el debate público", expresó. "El público pierde confianza. No comprendemos el mundo ni a nosotros mismos como deberíamos, y eso tiene consecuencias reales en nuestras vidas y en la vida de nuestra nación".
A veces Obama elogia y critica al mismo tiempo.
"El ciclo noticioso de 24 horas, la televisión por cable, los blogs y todo los demás se enfocan en los elementos más extremos de ambos lados", declaró Obama a CBS News el mes pasado, en un domingo en el que se presentó en cinco programas.
Hablar mal de la prensa es casi una tradición entre los políticos. Le ayuda a Obama a ganarse al público enfrentando un enemigo común: una prensa influyente, que mucha gente considera tendenciosa y poco confiable. La estrategia puede resultar contraproducente, no obstante, porque le da una mayor estatura a los detractores de su presidencia y puede hacer quedar mal a la Casa Blanca por ventilar en público sus problemas con la prensa.
A diferencia de Bush, a quien no le interesaba leer los diarios, Obama se los devora.
Sus colaboradores dicen que se lee cuatro o cinco diarios todas las mañanas y ve noticieros televisivos cuando puede en su oficina. También se mete en la internet y lee cosas que le recomiendan sus asesores.
El 70% de la población dice que su principal fuente de información es la televisión, según el centro de investigaciones Pew, por lo que no extraña que Obama se enfoque sobre todo en ese medio, que suministra noticias y comentarios las 24 horas del día y decide en buena medida qué es lo que deben cubrir los medios impresos.
La Casa Blanca no puede entender la difusión que se le dio a un discurso que pronunció Obama con motivo del inicio de las clases o a la "cumbre" que tuvo con un profesor de Harvard y un policía luego de un incidente racial entre ambos.
Y cuando el mandatario fijó sus prioridades ante el Congreso en torno a la reforma al sistema de salud, la cobertura de la prensa se enfocó durante varios días en el senador republicano Joe Wilson, que le gritó "¡miente!" durante su presentación.
"Hay que tener cuidado con las cadenas de cable", le dijo Obama a un individuo durante una reunión comunitaria en Montana. Agregó que sólo se da cobertura a las reuniones donde se caldean los ánimos. "A la televisión le encantan los alborotos", expresó.
El malestar de la Casa Blanca con Fox News se agravó en tiempos recientes y Obama y sus colaboradores dijeron que esa cadena era un brazo del Partido Republicano y no debía ser vista como una fuente de información verdadera. No es la primera vez que la gente de Obama la emprende contra algún medio cuya cobertura cuestiona.
Es de notar, no obstante, que a menudo Obama tiene razón, según Jill Geisler, profesora del Instituto de Periodismo Poynter. Si no hace bulla, no es noticia.
"Los periodistas debemos preguntarnos: ¿Estamos contribuyendo a una mejor comprensión de problemas complejos?", expresó.
Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en RSE de la ONU
Diplomado en Gestión del Conocimiento de la ONU
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SANTIAGO CHILE
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