HAY QUE PREPARAR UNA DEMANDA EN CONTRA DEL ESTADO POR IMPRUDENCIA CULPOSA EN GESTION MEDIOAMBIENTAL
Situación critica tras última renuncia de autoridades
La contaminación del aire en Santiago se escapó de las manos
Todos los años las autoridades anuncian medidas y compromisos para luchar contra la contaminación y ahora hay un discusión bizantina sobre el sistema de de medición del smog. Pero expertos e incluso ex integrantes de la Conama señalan que no existe la voluntad política real para hacer frente a un problema que incide en una buena cantidad de muertes de seres humanos cada año.
Por Claudia Urquieta Ch.
La gruesa capa de smog que cubre diariamente la capital ya es parte del paisaje urbano. Vivir bajo ella también es una constante en la vida de los 6 millones de santiaguinos, al igual que escuchar todos los años la misma cantinela por parte de las autoridades que se comprometen a tomar las medidas necesarias para evitar episodios críticos.
Pero luego de 20 años desde que se empezó a monitorear la calidad del aire, la situación no ha mejorado sustancialmente. Que Santiago esté entre las capitales más contaminadas del mundo, o que la disminución de la polución por material particulado respirable (PM10) impulsada por el Plan de Prevención y Descontaminación Atmosférica (PPDA) haya sido efectiva sólo hasta 2005, da cuenta de ello.
Es innegable que las condiciones geográficas y meteorológicas son adversas. O que los recortes de gas desde Argentina no jugaron a favor de detener la contaminación. Pero también lo es que para lograr resultados concretos se necesita una voluntad política que en este caso se echa de menos.
"Para el Gobierno la descontaminación no es tema", aseguran fuentes ligadas a la Conama.
Por eso, año a año se escuchan los mismos anuncios de mejora que en la práctica se quedan en buenas intenciones. Bien lo supo el gerente del aire, Marcelo Mena, que terminó renunciando hace unas semanas por falta de recursos y apoyo.
Sin investigación no hay resultados
La falta de respaldo también se nota en el ámbito de la investigación. En el caso del matrimonio de los bioquímicos de la Universidad de Chile, Lionel Gil y Marta Adonis, este fue el motivo que los llevó hace más de 10 años a dejar las investigaciones que realizaron en torno a la contaminación y sus efectos en la salud.
Doris explica que "dejamos el área por falta de apoyo: ahí esta la clave. El problema no avanza porque no hay un real compromiso de las autoridades. Y esto se arrastra desde los '80".
La experta señala que para lograr resultados lo básico es tener datos propios, pero que la costumbre es "extrapolar y traer todo de afuera. Tenemos que ser capaces de generar nuestra información y en base a eso actuar. Y lamentablemente la Conama no ha trabajado nunca afiatada con el conocimiento".
Además, asegura que tampoco existen campañas para crear consciencia en la población de los riesgos que acarrea vivir en un ambiente contaminado. "Se tapa porque se ha convertido en algo inmanejable. No hay cálculos de cuantas muertes hay por contaminación ni los gastos en salud que significan. No se traduce a pesos. Mientras eso no ocurra no es una prioridad".
Lo que si existe es un acuerdo entre los expertos que asistieron a la Primera Cumbre de Contaminación del Aire y Efectos en Salud, en agosto pasado, acerca de la responsabilidad de la realidad atmosférica de un exceso de muertes anuales que se habrían podido prevenir, lo que alcanza un rango que va desde los 1.100 a los 2.900 casos.
Lo anterior se sustenta en estudios que han establecido altos y significativos riesgos relativos para enfermedades cardiovasculares y respiratorias.
Además, Adonis explica que los efectos en la salud pueden ser a corto, mediano y largo plazo. Estos últimos están latentes y pueden ser silenciosos, como el cáncer. "El riesgo de contraerlo en un ambiente tan contaminado como el capitalino es mayor. Y hoy la gente está expuesta al PM 10 y PM 2,5, cuyos niveles son alarmantes".
A pesar de que este medio intentó tener la versión oficial al respecto desde el Ministerio de Salud (Minsal) declinaron referirse al tema.
Tapando el sol con un dedo
En medio de todos los problemas ligados a la contaminación atmosférica, el modelo de pronóstico utilizado para monitorear la calidad del aire y decretar las preemergencias y emergencias ambientales, ha ganado un enorme protagonismo. Convirtiéndose en el centro de las discusiones, ya que existe la sensación que de funcionar mejor, podría ser la solución a los problemas de contaminación.
Percepción que para los expertos es un volador de luces, y que tiene que ver más con la desinformación y falta de compromiso de las autoridades.
"Se están gastando en una discusión acerca de algo sobre lo que poco más se puede hacer. Cuando lo que corresponde es centrarse en reducir la contaminación con acciones reales, como bajar el número de industrias. Nunca vas a descontaminar Santiago con un sistema de pronóstico mejor", explica un ex directivo de la Conama.
Esto, porque ningún sistema de pronóstico en el mundo es preciso. En todo caso, es posible mejorarlo. Según Patricio Pérez, coordinador del Centro Meteorológico ambiental de la Usach, el que se utiliza actualmente fue desarrollado en 1998 "y las condiciones imperantes eran distintas. Por eso se esperaría que no debiera funcionar muy bien en el nuevo escenario".
Principalmente porque las características de las fuentes emisoras contaminantes son distintas. A fines de los 90' había menos autos con convertidores catalíticos, y la legislación respecto a las emisiones industriales también era distinta.
Además, tampoco ayuda el hecho de que no se cumplirá el compromiso asumido el año pasado con un panel de expertos para descontaminar el aire capitalino, y que implicaban innovaciones y recursos en el equipamiento y los modelos de predicción.
En todo caso, un tema que preocupa más a Pérez, es el relativo a los parámetros utilizados en el país para normar el límite máximo de promedio diario de PM10. En la Unión Europea, explica, la norma es de 50 ug/m3. En Chile es de 150 ug/m3, que es igual a la de Estados Unidos. La diferencia es que allá también se norma el material particulado fino (PM 2,5) y aquí no.
"Nosotros tenemos una norma muy relajada. Y lo que es peor, estamos auto engañándonos porque el hecho de no superar la norma de PM10 no implica que estemos bien. Además, que no se apliquen medidas en el verano no quiere decir que estemos en una situación ideal: casi todos los días superamos la norma europea, afectando la salud de las personas. Pero no lo decimos".
Al respecto, Marta Adonis asegura que las "emergencias y preemergencias son casi un chiste.
Nos acostumbramos a declararnos saturados. Afuera las normas se respetan, pero acá encendemos la luz de alerta cuando estamos sobre ella, si los efectos en la salud empiezan en 150 ug/m3 o antes. Con esto concluyes que no hay interés por la salud de las personas".