Charles Handy, a quien muchos llaman el "Drucker europeo" (a pesar de ser mucho más joven), nunca viaja solo. Es uno de los casos en los que la querida-mitad es parte integrante del gurú. Este irlandés simpático se casó con Elizabeth, una inglesa bien "english", que es su 'manager' y fotógrafa oficial y con quien vive en una de las áreas 'chick' de Londres, donde es conocido como el 'sabio de Putney Hill'. Elizabeth va a firmar, por primera vez, con el marido, un libro en sociedad al que dieron el nombre de "The New Alchemists - How visionary people make something out of nothing" - Los Nuevos Alquimistas - Cómo la gente visionaria hace algo a partir de la nada, con texto de Charles, fotografías de Elizabeth e historias de cerca de 30 figuras del medio londinense agrupadas en 27 casos. Este Marido & Mujer Inc. no es un caso único - el lector no debe espantarse. Sucede lo mismo, por ejemplo, con el futurista Alvin Toffler (que no cede la sociedad con su Heidi), o con Jack Nilles, el "padre" del teletrabajo, siempre con su inseparable Laila.
Nos encontrarnos con Charles y Elizabeth mirando el Tajo desde la terraza del Faz Figura, en esta primera venida a Lisboa. Casados hace treinta años, lo que ya es raro, en los últimos diez articularon el trabajo profesional entre ellos y dividen el año en dos semestres, alternado el apoyo de uno al otro. Esta vez, Charles vino a Lisboa a cerrar, con su filosofía de gestión el 10º Aniversario de INDEG y reveló a 'Gurus à Mesa', no sólo su apetito por una buena cazuela de pescado, regada discretamente con un buen vino alentejano, sino también el porque de ese bizarro título 'medieval' ('A las puertas del Siglo XXI') para la obra que va a lanzar en septiembre próximo en el Reino Unido.
Reprobar al francés
Aprendimos, por Charles Handy, que 'alquimistas', más apropiadamente, los nuevos alquimistas, son todas esas personas que, a partir de nada, crea empresas, fundan organizaciones, innovan, sin pedir permiso a nadie y sin haberlo 'planeado' alguna vez, y que han fascinado al matrimonio Handy.
"Está claro que el término no puede ser tomado en sentido literal. Es una metáfora, se ríe nuestro interlocutor, aunque, en honor a la verdad, muchos de estos nuevos alquimistas hayan, literalmente, transformado ideas de éxito en una fortuna que vale su peso en oro, ¡sin usar ninguna artimaña de laboratorio medieval!
La elección del término 'alquimista! intriga. Pero Charles aclara inmediatamente el misterio: "El término ''entrepreneur' (emprendedor) que se ha usado en la literatura de gestión norteamericana tiene origen francés...", y tuerce la nariz. "La palabra, como usted sabe, se ha degradado un poco últimamente y quisimos usar un término más inglés y, con alquimista queremos resaltar la creatividad de lo que ellos hacen", subraya Charles.
"El progreso de la sociedad depende de estos alquimistas, no de los políticos", se ríe, a su vez, Elizabeth. El alquimista moderno, en la palabra de los Handy, es el tipo que cree que más y mejor de lo mismo no es suficiente. "El mundo necesita de nuevas ideas, nuevos productos, nuevos tipos de asociaciones e instituciones, nuevas iniciativas, arte y diseño nuevo. Y, este nuevo, raramente -esa es la verdad- viene de adentro de las organizaciones establecidas. Es fruto de individuos diferentes", prosigue Charles. ¿Son genios, por lo tanto?, preguntamos, A lo que este irlandés, de sonrisa bondadosa, responde inmediatamente: "No way! Son gente común, no son superstars! Cualquiera de nosotros, en determinada área, en determinado momento de la vida, lo puede ser. Basta saber descubrirlo el día que surge la oportunidad", lo que nos reconforta.
Sin planes de 'fábrica'
Esta democratización del acceso al entrepreneurship no es un discurso, destaca Charles Handy, que nos cuenta la génesis del libro: "Fuimos a investigar el problema en un conjunto de 27 casos y encontrarnos un patrón común en cómo sucedieron las cosas. Ninguno de ellos 'planeó' ser un emprendedor. ¡Ninguno dijo a los 15 años que iba a ser un emprendedor y listo, como cuentan los relatos VIP! Las cosas simplemente sucedieron, en regla general, por casualidad. Y, más desconcertante aún, por azar. El azar trae oportunidades, si sabemos 'mirar'".
Fue el azar que generó un Richard Branson, el inconfundible patrón de Virgin. Era disléxico y quería ser deportista. "Pero, un puntapié en las rodillas, terminó con los planes del chico. A los 16 años dejó la escuela y fue a andar por la vida", cuenta Handy en uno de los 27 casos de "Los Nuevos Alquimistas'.
Fue, también, el azar más negro el que 'empujó' a Dee Dawson hacia un emprendimiento que nunca se le había pasado por la cabeza. "Dee fue literalmente obligada a dar un giro en su vida a los 40 años, con cinco hijos y un marido desempleado y en la más terrible depresión. ¡Dee creó en Londres la primera clínica para chicos anoréxicos!", explica Elizabeth que quiso captar este guiño de la vida de Dee en fotografías que denomina 'composiciones y en las que procura capturar diferentes aspectos de estas personas moviéndose en un mismo ambiente.
El emprendedor no es el producto de ningún plan de elaboración personal. Pero, sin duda, algunas circunstancias de su historia influyeron en estas personas. "Constatamos que el 80% son los hijos del medio. Ni los primogénitos ni los menores. Curiosamente, son los del medio. En la escuela no eran superdotados, pero sí diferentes. El C.I. no tiene nada que ver con esto. Fueron marcados no por lo que aprendieron, sino por el impacto que tuvo el ellos uno o algunos de sus maestros, 'grandes' maestros, de los que se recuerdan toda la vida. Aprendieron a ver las cosas de un modo diferente", continúa Handy.
El entrepreneur no elige, tampoco, edades, Michael Young es otro de los ejemplos de Los Nuevos Alquimistas. Tiene 83 años y, entre muchas cosas, creó, recientemente, en Londres, la Escuela para Emprendedores Sociales (School for Social Entrepreneurs).
Tampoco es algo que se aprenda en una clase: "Los alquimistas no se forman" - Charles larga una carcajada.
La estadística de los casos escogidos para el libro revela que la mitad se metieron en los negocios y, la otra mitad, en las más diversas actividades. Apenas 8 son mujeres, algunas en negocios muy pequeños, ilustrativos de la nueva economía urbana que bulle, "Hay, todavía, pocas mujeres, dice Elizabeth. Fueron educadas para no ser 'experimentadoras', sino para ser madres y esposas o, de lo contrario, ejecutivas en organizaciones lideradas por hombres. Pero el panorama está cambiando y el libro quiere mostrar, también, ese cambio".
La ciudad, el lugar ideal
Los Handy fueron a hablar con gente interesante de su ciudad. Geoff Mulgan, por ejemplo, es un de los ideólogos londinenses, el creador del 'think tank' Demos, con una tremenda influencia en el Reino Unido. Rose Fenton y Lucy Neal cuidan del London International Festival Theatre. Terence Conran inventó los negocios de Habitat y creó una cadena de restaurantes pensando en los más jóvenes, sin la dictadura de los 'chefs' de cocina.
Este mosaico ilustra bien lo que los Handy llaman 'ambiente' ciudadano, donde la innovación prolifera. "Nuestro libro se centra en Londres porque es ahí donde vivimos y, también, porque sentimos que nuestra ciudad está viviendo un Renacimiento. Quisimos capturar este 'mood'", dice Charles, para agregar inmediatamente: "Nosotros dos tenemos una teoría basada en la aplicación del concepto de 'cluster' a las ciudades, de Michael Porter. Existe un efecto de aglomeración muy importante para la gente creativa. Un buen ambiente ciudadano genera la innovación, atrae y fija a los talentos, gente diferente, alquimistas como los llamamos. Creemos que Londres se está transformando en uno de esos lugares del mundo". Y termina la cena con un consejo: "Es preciso invertir en las ciudades para que se transformen en estos viveros de alquimistas".