Cuando el libro salió de imprenta, hace unos días, los voceros de las distintas vertientes políticas que conforman la Concertación expresaron su malestar por el título, el cual consideraron desafiante, inapropiado, irrespetuoso.
En verdad la palabra desalojo remite a esa escena en que la policía, con presencia del juez correspondiente, ejecuta su labor de sacar de una vivienda al que fuera, hasta ese momento, su inquilino. En otras palabras, "tirarle los cachureos a la mitad de la calle".
El desalojo se produce, siempre, por incumplimiento de los acuerdos, por parte de quien es desalojado. Judicialmente, es un procedimiento; solo eso.
No fue así como anoche explicó su libro Andrés Allamand. No, por cierto. Él es un teórico de la política de centro derecha y, por supuesto, su lenguaje y argumentación estuvieron a tono de su estatus.
La entrevista la realizó un colega joven con enorme futuro. Se llama
Ignacio Franzani, y conduce, en ese nuevo canal de televisión, un magnífico espacio llamado
Cadena Nacional.
Sin pretensiones de utilería, Ignacio Franzini hace su Cadena Nacional en un rincón (literalmente), en el que lucen los ladrillos de las paredes, alrededor de una diminuta mesa en forma triangular, para dos. Algunas luces, completan la escenografía.
Lo realmente importante, pues, son los temas que aborda el periodista, y los invitados que sienta en su panel. Anoche, Ignacio Franzini sentó a Andrés Allamand.
Por cierto, no he visto en ningún otro medio de comunicación electrónico una presentación de El desalojo, sin cargas ideológicas, sin preconceptos ni prevenciones, como anoche asistí a Cadena Nacional, en Via X.
Sin entrar en detalles, solo quiero destacar dos elementos que tocó Allamand. Pero primero, dejar sentado que él no hace ninguna distinción entre el Partido Socialista (de la presidenta Michelle Bachelet), el Partido Por la Democracia (PPD, fundado por el ex presidente Ricardo Lagos), la Democracia Cristiana, la Unión Demócrata Independiente (UDI, ultra derecha) y Renovación Nacional (al cual pertenece Allamand), en cuanto a los fines últimos de la intención de gobernar de cualquiera de esas posiciones políticas.
Vale decir, para Andrés Allamand, todos, sin excepción, propugnan por el mayor bienestar social posible, o sea, por la felicidad del pueblo.
La inclinación "natural" de las personas es que la derecha (ultra o moderada) no busca eso, cuando expresa su deseo de llegar al poder por la vía de las urnas. Las personas, preconcebidamente, tienden a pensar que ese ideal de bienestar y felicidad popular solo lo tienen los partidos y movimientos de centro, centroizquierda o izquierda.
Considerando, pues, esa precisión, ¿qué es, entonces, lo que diferenciaría a la izquierda de la derecha? Y Andrés Allamand no duda un instante en decir: "La instrumentación".
Es decir,
los procedimientos mediante los cuales se lleva a cabo el idea
l de bienestar social, son los que hacen la diferencia. Y, obviamente, los procedimientos de la
Concertación (izquierda en el poder), no han podido llevar a cabo ese propósito.
El otro elemento que tocó Andrés Allamand y vale la pena reseñar aquí, es el hecho de admitir que la derecha (en este caso, UDI y Renovación Nacional) no han sabido despojarse de cierto egoísmo que atraviesa invisiblemente el ideario propuesto de Gobierno.
Egoísmo, individualismo. O dicho de otra manera, la derecha no es suficientemente permeable a la "idea del chorreo" de los beneficios económicos, que hagan viable ese ideal de bienestar social.
Obviamente, resulta de ello una contradicción: bienestar social Vs individualismo.
A estos elementos de meditación se llegó gracias a la manera como Ignacio Franzini condujo la entrevista, tan afablemente que Andrés Allamand se sintió cómodo y confiado para admitir semejante talanquera, que frena a la derecha en el camino hacia el poder.
Talanquera que no se la pone nadie, sino que pareciera intrínsecamente establecida en las personas que tienen esa mirada del mundo y de la vida.
Anoche ví por el nuevo canal de televisión 
