La Constitución nos dice con claridad quién ocupa el Poder, pero ignora las presiones que pueden ejercerse sobre éste.
Un "lobby" es un equipo especializado en presion politica y financiado por las multinacionales que inciden para influir sobre las decisiones de los gobiernos.
Sus opiniones, sugerencias y, en ocasiones amenazas, son analizadas a diario en las instituciones comunitarias antes de adoptar cualquier medida.
Algunos de los más poderosos reconocen que llegan a conseguir hasta el 80% de sus objetivos.
Todo el mundo tiene su lobby o grupo de presión: China, Taiwan, los sindicatos, los indios, las mutuas sanitarias, las empresas petroleras, las de defensa, las farmacéuticas, las de transporte ferroviario... En total, en el área metropolitana de Washington hay 30.000 compañías especializadas en influir sobre el poder político, esencialmente el Congreso. O sea, 56 lobbies para cada legislador.
El lobby está tan arraigado en la cultura estadounidense como los rodeos:
En Estados Unidos hacer lobby o cabildeo es una práctica incluso protegida por la Carta de Derechos pues se considera una manifestación de la "libertad de expresión". El Congreso de este país elabora cada trimestre un boletín donde explica cuánto gastan los diferentes grupos de presión en intentar, y muchas veces lograr, que se legisle a su favor.
La democracia, en Estados Unidos, y en todo el mundo, está muy tocada por decirlo de un modo suave.
El lobby se basa en el concepto de puerta giratoria. A un lado, la política; al otro, el sector privado. Y el lobbista entrando y saliendo de ambos. Todo buen lobby tiene en nómina a uno o varios ex políticos con buenos contactos en el Congreso y en la Casa Blanca. Y, si son de partidos diferentes, mejor.
El lobby es, de hecho, una jubilación dorada para todo político. Sino que se lo digan a Al Gore, la cabeza visible del lobby ecologista (que también es miembro de la junta directiva de Kleiner Perkins Caufield & Buyers, una firma con inversiones en las farmaceúticas BioCryst y Novavax, cuyas acciones han subido como la espuma con todo este embrollo de la gripe A).
Posiblemente en el imaginario colectivo al hablar de lobbista, se piensa en hombre trajeado, escondido en un sombrero y una gabardina, con un maletín de piel donde posiblemente guarda documentos secretos o fajos de billetes de 500 euros. Nada más ajeno a la realidad. Son profesionales como cualquier abogado, consultor, empresario...
Trabajar en un lobby no es fácil.
Para los empleados normales, los horarios y las condiciones laborales de un lobby de los más importantes son similares a los de una consultora de primera fila estilo McKinsey o un banco de inversión como Goldman Sachs. Es decir: brutales.
Un lobbista suele trabajar 12 horas al día cinco días a la semana, si tiene suerte y no se lleva trabajo a casa el fin de semana. Y, cada 15 minutos, debe rellenar una ficha explicando a su supervisor lo que está haciendo. A cambio, disfruta de un salario más que aceptable. Un becario cobra unos siete euros netos a la hora, casi el doble de lo que puede lograr en una consultora normal. Un asociado -es decir, un directivo medio- unos 70.000 euros netos al año. Un socio o un asesor -como Dole y Daschle- al menos 120.000 euros.
Nos perdáis este tráiler muy ilustrativo de la película "Gracias por Fumar" basada en las peripecias de un lobbista de la industria tabacalera:
¿Qué piensa el actual presidente Obama sobre los lobbies?
En su libro "La audacia de la esperanza" dedica algunos párrafos a los lobbies:
"Nunca me he sentido del todo cómodo con el término -intereses especiales-, que junta bajo el mismo apelativo a ExxonMobil y a los albañiles, al lobby farmacéutico y a los padres de niños con necesidades especiales. La mayoría de los científicos políticos probablemente no estarían de acuerdo conmigo, pero para mí no es lo mismo un grupo de presión empresarial cuya fuerza se basa exclusivamente en el dinero, que un grupo de individuos que sostienen las mismas ideas -ya sean trabajadores textiles, aficionados a las armas, veteranos o familiares de granjeros- y que se unen para defender sus intereses. Creo que no son lo mismo aquellos que usan su poder económico para magnificar su influencia política mucho más allá de lo que justificaría su número, que aquellos que simplemente tratan de unir la fuerza de sus votos para conseguir convencer a sus representantes. Los primeros atacan la idea misma de la democracia. Los segundos son su esencia.
Aún así, el impacto que tienen los grupos de interés en los candidatos no es siempre agradable. Para mantener a sus socios activos, para que las donaciones no dejen de fluir y para hacerse oír por encima del ruido, los grupos que tienen peso en la política no buscan promover el interés general. No buscan apoyar al candidato más sensato, mejor cualificado o de mayor amplitud de miras. Se centran sólo en cuestiones muy concretas: sus pensiones, sus subvenciones agrarias, su causa. Dicho simplemente, tienen una misión que cumplir. Y quieren que usted, el funcionario público electo, les ayude a cumplirla. "
Obama no ataca en sí mismo a los lobbies o a los defensores de intereses, sino que se queja de que haya muchos que sólo buscan su propio interés y no el interés general...
Bruselas, el segundo centro de poder con más lobbistas del mundo después de Washington.
Los lobbies instalados en Bruselas defienden ante la Unión Europea alrededor de 2.600 intereses diferentes: los derechos de las mujeres europeas, las exigencias de los consumidores, la introducción de determinados productos transgénicos, las regulaciones del sector de las telecomunicaciones, los anhelos de la industria farmacéutica.
Los grupos de presión empresariales acudieron a Bruselas tras la unificación como moscas a la miel. Pero algunos, sobre todo la Mesa Redonda Europea de Industriales (ERT), se adelantaron y codo a codo con la Comisión Europea, jugaron un papel fundamental en diseñar y acelerar el proceso de unificación. A mediados de los 80 y primeros de los 90, este grupo formado por los jefazos de 45 de las mayores empresas europeas fue clave para promover la integración de los mercados que sentó las bases de las reformas neoliberales que han barrido Europa en los últimos años.
Ninguna gran empresa que se precie de vender sus productos en los mercados internacionales carece hoy de representación en Bruselas.
De hecho, el 90% de las oficinas del parqué de Bruselas están ocupadas por ellos. Su forma más usual de actuación son las cartas que envían a los eurodiputados para explicarles por qué deben votar a favor o en contra de una determinada directiva y las prebendas o castigos que les puede ocasionar.
En el registro del Parlamento Europeo figuran más de 5.000 lobbistas acreditados con pase, pero esa lista sólo incluye el nombre y la organización, no para quién trabajan, ni en qué tema, ni con qué presupuesto.
Al día de hoy hay 1289 entidades registradas. De las cuales 718 son multinacionales y patronales, 304 ONG's y Think Tanks, 69 despachos de consultoría (de los cuáles sólo 5 son despachos de abogados).
El propio Parlamento Europeo creó a finales de los años 90, un registro de lobbistas acreditados ante el Parlamento mediante una tarjeta de acceso total, incluidos plenos y comisiones, a sus dependencias.
Según los datos del Parlamento, actualmente, son 4.435 los lobbistas oficialmente registrados en la Eurocámara, lo que, con un aforo de 732 escaños, da una proporción de ¡seis lobbistas por diputado!
A diferencia de los Estados miembros, en Bruselas reina una cultura política que hace que el lobby profesional sea la forma más extendida de hacer política. Los complejos procedimientos, la falta de un auténtico debate público europeo y la relativa debilidad de los grupos sociales a escala europea crean las condiciones ideales para el éxito del lobby.
Los eurodiputados corren el riesgo de convertirse en meros intermediarios que transfieren las demandas de la industria a la maquinaria de toma de decisiones.
Dice Wesselius que el lobby en Bruselas es muy efectivo y que muchas de las enmiendas que se votan en la Eurocámara están redactadas por los lobbistas.
"Necesito lobbistas, dependo de los lobbistas", decía un eurodiputado (del Reino Unido). Y es que los eurodiputados están abrumados por la cantidad de temas sobre los que tienen que decidir hasta el mínimo detalle, y a menudo desarrollan una dependencia enfermiza de los lobbistas. Él explicaba que no quiere comentarios generales, que lo que quiere son enmiendas de texto concretas que pueda presentar directamente en los comités o las sesiones plenarias del Parlamento para ser votadas.
Los lobbies podrían ser la ocasión perfecta para hacer llegar a Europa la voz de los ciudadanos. Pero siempre a condición de que un lobby en defensa de los derechos de las mujeres o de los discapacitados influya tanto o más en las políticas comunitarias que los grupos de presión de las poderosas industrias. empresarial. hacen parte del trabajo proporcionando informes técnicos.
Los lobbies con mayor implantación en Europa son:
-Unice (voz oficial de la industria europea desde 1958),
-el European Round Table of Industrialists, el Competitivness Advisory Group,
-la Union of Industrial and Employers,
-la Confederation of Europe,
-la American Chamber of Comerce,
-el US Council for International Business,
-el International Life Sciences Institute,
-el European Policy Center,
-el Trans Atlantic Business Dialogue y el CAG ( Grupo Asesor sobre Competitividad).
Lista de los grupos de interés en el Parlamento Europeo
Web del Parlamento europeo donde se registran los grupos de presión
En España es una profesión desconocida y con mala fama.
Saltó el escándalo con la contratación por parte del Gobierno del PP de un influyente despacho de abogados estadounidense, Piper Rudnick, al que pagó dos millones de dólares para que ejerciera su influencia entre los parlamentarios de aquél país al objeto de que el entonces presidente José María Aznar recibiera la Medalla de Oro del Congreso. Pese a la polémica, el uso de un lobby para conseguir reconocimientos en EEUU ha sido una práctica habitual desde el inicio de la democracia.
Hoy Aznar trabaja como consejero para la petrolera ExxonMobil.
Otro ex presidente, Felipe González, disfrutó en la primavera de 1983 de los servicios de la empresa de comunicación, relaciones públicas y relaciones gubernamentales, Haley, Kiss and Dowd, con motivo de su viaje a Estados Unidos para entrevistarse con el entonces presidente republicano Ronald Reagan.
Hoy, Felipe González es un lobbista. Posee una importante oficina de influencia estratégica desde la que realiza gestiones
más alto nivel (una de las últimas, su encuentro con el presidente iraní, Ahmedineyad), actúa como agente del magnate de los medios Carlos Slim (considerada la mayor fortuna del mundo) y se embolsa cifras millonarias gracias a su asesoramiento a políticos y empresarios, especialmente en América Latina.
El mayor despacho de lobby del mundo, Hill & Knowlton, trabajó para la Junta de Andalucía en cuestiones de la Expo 92 y para el Comité Organizador de los Juegos Olímpicos de Barcelona.
Durante la década de los noventa, esta firma americana tenía más de 120 clientes españoles, entre los que se encontraban empresas tan conocidas como El Águila, Astra, Codorniú, El Periódico, Pepsi Cola España, Matutano o Saimaza. Sin embargo, el lobby americano que más dinero factura en España es Burson-Mesteller que trabajó en el escándalo del AVE Madrid-Sevilla para uno de sus clientes: Siemens.
Aunque estas reuniones entre el gobierno y los lobbies no sean públicas, a nadie se le escapa que ni bancos, ni grandes empresas se han callado cuando el Gobierno perjudica sus intereses. Los expertos consultados señalan que los grandes lobbies del país son los que han experimentado un mayor crecimiento económico en los últimos años: eléctricas, constructoras, bancos, etcétera. Pero no son los únicos que hacen lobby. Las ONG y otros colectivos también lo practican.
Esta legislatura está siendo especialmente propicia para la práctica del lobby. La presión de estos grupos se ha agudizado en el Congreso por la falta de mayoría absoluta del Gobierno. El grupo parlamentario de Esquerra Republicana se ha convertido en uno de los blancos predilectos de los lobbies, porque han sido socios del Gobierno y porque sus votos han sido y son determinantes para sacar algunas leyes adelante.
Otros importantes lobbies en España están vinculados con el mundo gay. Estos funcionan principalmente a través de asociaciones, colectivos y medios de comunicación especializados (revista Zero, Sanghay...) que logran generar un estado de opinión favorable hacia temas como, por ejemplo, la legalización del matrimonio entre homosexuales y su derecho a la adopción.
Pero en España el buen lobby es una práctica poco común.
Sebastián Mariz lleva trece años trabajando como lobbista, primero en Bruselas y ahora en Madrid, dice:
"Los españoles intentan siempre la muerte súbita, una solución milagrosa porque esperan al último momento. Una empresa del sector de seguridad contactó conmigo y me preguntaron si tenía contactos en el Gobierno. Soy experto en el proceso legislativo, sé dónde tengo que llamar y en qué momento. Y eso las empresas españolas no lo entienden. Creen que si no eres 'el primo de' no hay nada que hacer".
La contratación de un servicio de lobby puede oscilar entre 150 y 200 euros la hora, dependiendo del servicio. "Si es un seguimiento de una iniciativa política, ésa es la tarifa, pero si lo que quiere el cliente es un lobby o un programa de relaciones institucionales con campañas de movilización de grupos de interés incluido, el precio es más elevado: entre 250 y 450 euros hora, dependiendo de la urgencia".
El sector de la alimentación es uno de los que actualmente más demandan servicios de lobby, explica Cristóbal Fernández: "Hace unos años eran los ecologistas. Ahora, la salud es el tema de más actualidad porque es uno de los que más preocupa a la gente: el tabaco, el alcohol. Esto provoca que el Ejecutivo lo regule y que los grupos de interés relacionados con este ámbito defiendan sus intereses".
Tanto en la UE como en Washington existe un registro donde se inscriben aquellos profesionales y empresas que quieran tener relación con senadores o europarlamentarios (en Bruselas no es obligatorio). En España no existe.
Reflejo de todo ello es la reciente llamada de atención del Vicepresidente de la Comisión Europea Siim Kallas, que denunció ante un grupo de periodistas españoles el pasado 18 de marzo que faltaban muchas grandes compañías españolas en el Registro voluntario de lobbistas.
Telefónica fue el primero en inaugurar el registro de lobbies, pero muchas grandes compañías españolas no han dado aún el paso.
Según publica el diario Cinco Días 'El banco Santander no está', señaló Siim Kallas, agitando el listado de empresas españolas inscritas durante un encuentro con un grupo de periodistas españoles.No aparecen Iberdrola, Gas Natural, ni Repsol, en el sector energético. En distribución sólo figura Mercadona. En banca y seguros, ninguna entidad. De las constructoras, ni rastro. Ni de las empresas de comunicación. Los funcionarios de Kallas tampoco encuentran Seat, aunque aparece Volkswagen, su matriz.
Listado de sitios donde te puedes formar como lobbista en España:
-Universidad de Navarra: Máster en comunicación política y corporativa
-Fundación Ortega y Gasset: Máster en Comunicación Política e Institucional
-Universidad Carlos III: Máster en Comunicación Institucional y Política.
-Diario El País.
-Diario The Economist.
-Diario Cinco días.
-Revista Tiempo.
-E.-defensor.com
-Quien teme al lobo feroz
-Web grupos de interés del Parlamento Europeo.
-"La audacia de la esperanza" Barack Obama.
-"Europa, S.A. La influencia de las multinacionales en la construcción de la UE" BALANYA / DOHERTY / HOEDEMAN / OTROS
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Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en "Responsabilidad Social Empresarial" de la ONU
Diplomado en "Gestión del Conocimiento" de la ONU
www.el-observatorio-politico.blogspot.com
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Teléfono: CEL: 93934521
e-mail: rogofe47@gmail.com
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