América Latina, una agenda de libertad
categorias: Política - NacionalEste es el título del informe que Jose Maria Aznar ha presentado en varios países de Latinoamerica. El documento cobra especial valor, luego que el populismo de Chávez logró sacar de sus casillas al Rey Juan Carlos de España.
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Escrito por Andrea Velasquez Teillier
(Extracto del Departamento de Prensa de Fundación FAES)
El estudio América Latina; una agenda de libertad es fruto de meses de intenso trabajo, de múltiples seminarios, reuniones y encuentros en los que se han solicitado colaboraciones y realizado consultas a más de un centenar de personalidades y expertos de relevancia nacional e internacional.
El documento estratégico ya ha sido presentado previamente en España, Estados Unidos (Washington y Filadelfia), Argentina, Brasil, México, Chile, Ecuador y Perú, y recientemente en Colombia. y Venezuela.
Una agenda de libertad
El informe de FAES parte del convencimiento y la realidad de que América Latina es parte sustancial de Occidente. De esa parte del mundo que hunde sus raíces en la tradición clásica grecolatina, que se ha desarrollado por el cristianismo, que se ve iluminado por las luces de la Ilustración y que prospera gracias a la economía de libre mercado. Y no es ocioso afirmarlo cuando esta realidad es negada interesadamente por los enemigos de las sociedades abiertas, ansiosos por situar a toda una región fuera del progreso y enfrentada al mundo libre.
Una realidad que también se niega con frivolidad en círculos de los Estados Unidos y de Europa. Este estudio se basa con claridad en una premisa: la condición occidental de la realidad latinoamericana.
El documento recuerda que los españoles no pueden ser indiferentes al futuro de América Latina, ni inhibirse ante la disyuntiva a la que se enfrenta. España no puede limitarse a ser un espectador imparcial. Le unen con América profundos vínculos históricos, culturales y afectivos, y una densa red de intereses sociales, económicos y humanos que han ido a más en los últimos años en ambas direcciones.
El futuro de España, como también el de Europa y el del resto de América, está unido al de América Latina. De ahí que FAES, una fundación política que se ocupa de proveer ideas para el futuro de España, realice también una propuesta para el futuro de América Latina. FAES considera que América Latina tiene ante sí dos caminos opuestos. Uno es el que siguen los países que tienen éxito: el camino de la apertura al mundo, de la democracia, del respeto por las libertades individuales y del fortalecimiento del Estado de Derecho. Un camino que atrae inversiones, genera crecimiento, incentiva a los emprendedores, crea empleo y reduce la pobreza.
Un camino de éxito, democracia y libertad. El otro camino aleja de las sociedades abiertas, libres y prósperas. Tenemos suficiente experiencia histórica la tiranía en Cuba no es el único caso para saber cómo acaba esa ruta. Quienes hoy proponen seguir
ésta vía se nutren de ideas caducas: del populismo revolucionario, del neoestatismo, del indigenismo racista y del militarismo nacionalista. Ninguna de ellas es desconocida en
Iberoamérica. Constituyen el socialismo del siglo XXI, heredero del que, en el siglo XX, generó miseria y opresión. Vemos con preocupación que esas ideas vuelven a renacer, incluso con el aval de procesos electorales.
Esta izquierda latinoamericana tiene un proyecto político que ella misma denomina "socialismo del siglo XXI". El indigenismo, el neoestatismo, el nacionalismo, el militarismo o el populismo son ingredientes de los que se sirve para avanzar en sus objetivos. Esta izquierda prima los supuestos derechos colectivos frente a los individuales, ignorando al individuo en beneficio del grupo, sea etnia, sindicato o clase social. La pertenencia étnica y la mirada atrás, a una mítica arcadia precolombina, colectivista e igualitaria, es una de las ilusiones de esta izquierda latinoamericana, sobre todo en los países con un fuerte componente amerindio en su población.
Indigenismo
El informe estratégico elaborado por FAES considera que el indigenismo empieza a ser para América Latina lo que el nacionalismo es a Europa. Resulta tan esclarecedor como preocupante contemplar sus analogías. Ambos cuestionan los Estados nacionales modernos que superaron el Antiguo Régimen con el constitucionalismo liberal del Siglo XIX. El indigenismo sustituye el concepto de ciudadano de una república por el de miembro de una comunidad étnica, al igual que el nacionalismo europeo busca fórmulas identitarias excluyentes. Los dos subordinan principios e instituciones liberales como la división de poderes, el mérito y capacidad, la igualdad ante la ley y el respeto por los derechos individuales, al logro de sus objetivos muy cercanos al totalitarismo.
Indigenismo y nacionalismo propugnan la confusión de poderes. La ocupación de los mismos es una característica común, como lo es la intromisión en la esfera privada de
personas y familias en aspectos tan sensibles como la educación o la instrumentación de la religión al servicio de sus causas. Tanto los indigenistas americanos como los
nacionalistas excluyentes europeos promueven el falseamiento de la historia; en el terreno económico utilizan la reivindicación de supuestos derechos históricos, como un instrumento de dirigismo y proteccionismo económico.
Populismo
El indigenismo, al buscar la reinstauración de supuestas o míticas instituciones prehispanas, promueve peligrosas excepciones a la normalidad democrática, de la única forma en que ésta puede ser concebida: sufragio universal, igualdad ante la ley, separación de poderes, rendición de cuentas, transparencia
El documento considera que la idealización en clave política actual de las civilizaciones precolombinas supone la reivindicación del autoritarismo y del colectivismo. De la misma manera que la defensa de la nación lleva al elogio del patriotismo y a la oposición al nacionalismo, la defensa de los indígenas, como de cualquier ciudadano en situación desfavorecida, lleva a la denuncia y el combate al indigenismo.
El indigenismo político de la izquierda populista latinoamericana encuentra un eco irritante en algunos sectores occidentales, especialmente entre cierta izquierda europea y
norteamericana huérfana de causas tras el fracaso del "socialismo real". Parece mentira que esta opción populista reciba un apoyo poco disimulado de algunos izquierdistas del
Primer Mundo que disfrutan cómodamente de la prosperidad y de las libertades políticas en sus países. Con una irresponsabilidad máxima, estos "progresistas" apoyan para otros lo que jamás se atreverían a proponer para sus sociedades.
Rodrigo González Fernández
DIPLOMADO EN RSE DE LA ONU
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