Frente a un gobierno que atraviesa por una crisis política y con una Presidenta con la aprobación más baja en 26 años de democracia, la derecha debiera estar preparándose para capitalizar en las elecciones municipales del 23 de octubre el descontento existente con el gobierno de la Nueva Mayoría. Pero la poca disposición de posibles candidatos a alcalde de la Alianza para disputar comunas gobernadas por la Nueva Mayoría parece indicar que la impopularidad del gobierno de la coalición de centro-izquierda no se va a traducir fácilmente en una mayor votación para la alternativa de centro-derecha.
Desde que se separaron las elecciones de alcaldes de las de concejales en 2004, las elecciones municipales han sido un buen predictor de lo que ocurrirá en la contienda presidencial del año siguiente. En 2004, cuando la derecha se sentía confiada en la victoria de Joaquín Lavín —que había perdido por muy poco frente a Ricardo Lagos en la presidencial de enero de 2000—, la Concertación logró una clara victoria, de la mano de las entonces precandidatas Michelle Bachelet y Soledad Alvear. El pobre desempeño de la derecha puso en tela de juicio la fortaleza electoral de Lavín. Eventualmente, Sebastián Piñera entró a la carrera presidencial y logró superar a Lavín en la primera vuelta de diciembre 2005, para luego caer derrotado ante Bachelet en enero de 2006.
En las municipales de 2008, por primera vez desde el retorno de la democracia, la derecha logró derrotar a la Concertación. Con el 40,7% de los votos, la Alianza ganó en 144 de las 345 comunas del país. Si bien las dos listas de la Concertación ganaron en 147 comunas, la coalición centroizquierda solo alcanzó el 37,5% de los votos en la elección de alcaldes. Aunque la Concertación gobernaba más comunas, la Alianza ganó en una mayoría de las comunas más grandes e influyentes. Esa primera victoria de la derecha anticipó lo que sería el triunfo de Piñera en las presidenciales de enero de 2010.
En 2012, haciendo campaña solo con la imagen de Bachelet (ya que la entonces directora ejecutiva de ONU Mujer no podía hacer proselitismo), la Concertación —que ya había sumado al PC a sus filas— logró una incuestionable victoria, ganando en 168 comunas y alcanzado un 43,1% de la votación. La Alianza sólo ganó en 122 comunas, logrando un 37,5% de los votos. Esa victoria dejó a la Concertación en el pole position para ganar las presidenciales de 2013, con Bachelet a la cabeza y con el enchulado nombre de Nueva Mayoría.
En 2016, el oficialismo enfrentará las municipales sin un rostro que pueda unificar a la coalición. Como defiende 168 comunas, la Nueva Mayoría tiene más que perder que la Alianza, que con las 122 comunas que ganó en 2012, debiera aspirar a arrebatarle municipios a la NM. De hecho, entre los municipios vulnerables —porque los alcaldes en ejercicio se retiran o van debilitados— la Nueva Mayoría tiene más que perder que Chile Vamos. Desde Maipú hasta Concepción, pasando por Santiago Centro y Providencia, en muchas de las emblemáticas comunas que la izquierda le arrebató a la derecha en 2012, las opciones de re-elección de los alcaldes se ven complicadas.
Pero la debilidad de la izquierda no se traduce automáticamente en fortaleza de la derecha. Chile Vamos puede estar compuesto por más partidos que el duopolio UDI-RN que siempre dominó en la Alianza, pero la multiplicación de partidos no ha resultado en un aumento en el número de aspirantes a candidatos a alcalde. Es más, pese a buscar potenciar un mensaje de renovación, Chile Vamos solo parece capaz de reclutar candidatos con un largo historial en la política chilena.
En las próximas semanas, los partidos apurarán las negociaciones para decidir en qué comunas las coaliciones realizarán primarias para escoger a sus candidatos alcaldes. El 6 de abril deben inscribirse los candidatos para las primarias que se realizarán el domingo 5 de junio. En las comunas donde no haya primarias, los candidatos para las elecciones de octubre se deberán inscribir el 23 de julio. Ahí empezaremos a ver qué tan confiados están los partidos y coaliciones en sus posibilidades electorales para octubre de 2016.
Hasta ahora, en el papel, el camino aparece más auspicioso para la derecha que para el oficialismo centro-izquierdista. La baja aprobación de Bachelet y los problemas internos en la Nueva Mayoría no son la mejor forma de prepararse para el primer examen electoral después de la aplastante victoria de Bachelet en 2013. Pero a partir del comportamiento observado hasta ahora, la derecha no parece muy convencida de sus opciones electorales. La poca disposición de potenciales candidatos a dar la batalla en octubre de 2016 permite concluir que la derecha no cree que tiene muchas posibilidades de convertir la próxima elección municipal en el primer paso para volver a La Moneda en noviembre de 2017. Aunque la NM está desacreditada, la percepción de la derecha es que ellos no serán los beneficiados.
Patricio Navia, Foro Líbero y académico Escuela de Ciencia Política UDP.
FOTO: HANS SCOTT /AGENCIAUNO
Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en "Responsabilidad Social Empresarial" de la ONU
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