CRECE PRESIÓN OPOSITORA PARA QUE ABANDONEN EL GABINETE
El conflicto de Piñera con sus ministros presidenciables
Pese a las acusaciones de la Concertación de que están abusando de sus cargos para hacer campaña con recursos públicos, la decisión presidencial es mantenerlos el máximo tiempo posible.
Por Blanca Arthur
Con la misma fuerza con que la Concertación inició su arremetida para que los ministros presidenciables abandonen cuanto antes el gabinete, tanto en La Moneda como en el oficialismo responden que ello no ocurrirá hasta después de las municipales de fines de octubre.
Esa es la decisión que, al menos hasta ahora, parece inalterable, pese a las crecientes acusaciones opositoras de que los ministros no sólo están usando sus cargos para realizar campaña, sino que además lo hacen con recursos públicos, situación que sus dirigentes anunciaron que se abocarían a fiscalizar.
Pero las críticas, azuzadas últimamente por situaciones como el viaje a China y otros países del titular del MOP, Laurence Golborne, a buscar opciones para la construcción del Puente Chacao, o la ceremonia que presidirá en Juan Fernández el ministro de Defensa, Andrés Allamand, con ocasión del primer aniversario de la tragedia aérea, no parecen hacer mella en el gobierno ni en los partidos.
Es cierto que reconocen que la Concertación instaló un tema incómodo en la agenda, pero no por ello están dispuestos a ceder, sino por el contrario el acuerdo de las autoridades en conjunto con los parlamentarios, es blindar como sea a sus presidenciables.
Es que en la mirada del oficialismo, la embestida opositora no tiene fundamentos reales, primero, porque consideran que los presidenciables del gabinete están estrictamente abocados a cumplir con sus tareas, tal como se los planteó el propio presidente Sebastián Piñera, precisamente ante el temor de despertar suspicacias. Tampoco les inquietan los anuncios de fiscalización del uso de los recursos, por el especial celo que aseguran haber puesto en dicha materia, como lo ha manifestado el ministro Andrés Chadwick, al sostener que están en condiciones de entregar toda la información que sea necesaria a quién la pida.
En esa línea, como la percepción de La Moneda, coincidiendo con la de los partidos, es que la presión opositora obedece, en gran medida, a razones políticas, la decisión compartida es no echar pie atrás, menos si ello resulta beneficioso para las aspiraciones de la oposición.
Temor a la disputa
Como sea, la calidad de presidenciables que adquirieron los ministros del MOP, Laurence Golborne; de Defensa, Andrés Allamand; e incluso el titular de Economía, Pablo Longueira, ha sido una situación no fácil de manejar para el gobierno, y en particular para el propio Piñera.
Es indiscutible que, como apuntan en La Moneda, el sólo hecho de que existan tres posibles candidatos en el gabinete -a los que se podrían sumar otros- es un punto que debe considerarse un éxito para el gobierno, si además se toma como ejemplo que uno de los errores que se estima que influyó en la derrota de la Concertación fue, precisamente, que en el período de Michelle Bachelet no hubo ministros presidenciables, como en su momento lo fueron Ricardo Lagos, o ella misma.
Pero aun cuando esa circunstancia le permite al gobierno tener esperanzas de triunfar en las próximas presidenciales, la ineludible competencia que se produce entre quienes se perfilan como candidatos, ha sido uno de los problemas que el presidente ha tenido que sortear, no sin dificultad.
Basta recordar el llamado al orden que debió hacerles a comienzos de año, luego de la polémica que se suscitó cuando Allamand manifestó abiertamente su intención de ser candidato con veladas alusiones a sus pares, las que fueron respondidas tanto por Golborne como por Longueira.
Fue a propósito de esa situación cuando en una extensa reunión privada con los tres, Piñera les reiteró que si querían permanecer como ministros, debían cuidar las formas, dedicándose exclusivamente a sus tareas en sus respectivas carteras, sin hacer ruido político.
En La Moneda no esconden que existe preocupación por la posibilidad de que la competencia se acentúe, pero sobre todo que se polarice, como sucedió en el gobierno de Lagos, que lo obligó a pedir la renuncia a sus ministras Bachelet y Soledad Alvear, antes de lo presupuestado.
Esa es, de hecho, una de las razones para que Longueira continúe, al menos aparentemente, como posible candidato presidencial, porque existe conciencia de que si anuncia que no postulará, la guerrilla entre Allamand y Golborne podría ser imparable, considerando, entre otras cosas, los constantes reclamos del primero por la preferencia que percibe en Piñera hacia el titular del MOP.
Tanto es así, que en palacio como en la UDI reconocen que cuando Longueira tenía todo preparado para anunciar en el Consejo Directivo Ampliado del mes de julio, que desistiría de su opción presidencial, fue el propio Piñera quien le solicitó que no lo hiciera, con el argumento que de lo contrario, se produciría una polarización entre los otros dos presidenciables, que posiblemente terminaría con la salida anticipada de ambos del gabinete.
Dicho escenario es el que quiere impedir como sea, porque -entre otras cosas- sabe que desde el mismo momento en que los presidenciables abandonen el gobierno para iniciar la campaña, se expone a sufrir el temido "síndrome del pato cojo" que aqueja a los presidentes en la etapa final de sus mandatos, lo que en el caso de Piñera es impensable que esté dispuesto a asumir.
Efecto de municipales
Pero aparte de las razones anteriores, en el oficialismo aluden a otros argumentos para inclinarse por la permanencia de los ministros candidatos en el gobierno todo el tiempo que sea posible.
El primero de ellos es que si abandonan el gabinete antes de las municipales, sería básicamente funcional a las aspiraciones de la oposición, porque de acuerdo a la tesis compartida por los oficialistas -que no retrucan los opositores- la presión que han comenzado a ejercer para que los presidenciables renuncien, en parte obedece a que políticamente los beneficia, lo que se deduce que para el gobierno podría ser perjudicial.
Las razones parecen simples. En primer lugar, el solo hecho de que los ministros candidatos permanezcan en el gobierno les da más oportunidades para aumentar su popularidad por la mayor presencia que tienen si aparecen cumpliendo con sus tareas como corresponde.
Por el contrario, si salen del gabinete para entrar de lleno en la campaña, nadie duda de que se iniciaría un período de extrema tensión en la Alianza por la competencia entre los abanderados de RN y la UDI, mientras la oposición esperaría en calma que Bachelet permanezca en Nueva York para aparecer sólo después de las municipales.
Ése es el cuadro que en el gobierno como en los partidos perciben que es peligroso, porque, además, sus presidenciables -que se presume serían Golborne y Allamand- quedarían expuestos a dar una pelea en las municipales con los precandidatos opositores de la segunda división, en circunstancias que no será con ellos la batalla final.
Entre los temores que también circulan en el mundo aliancista frente a la salida anticipada de los ministros, es que éstos no tengan más opción que abocarse a respaldar a los candidatos a alcaldes o concejales de su coalición, en unos comicios donde la derecha tradicionalmente obtiene peores resultados, situación que los arriesgaría a que se les endose una derrota de las que no serían los responsables.
Como es conocido el efecto de las municipales en la presidencial, existe coincidencia en el oficialismo que para obtener mejores resultados, es preferible que sus candidatos den la pelea con un sello local, más que político, lo que no ocurriría con los ministros fuera del gobierno, liderando la campaña, en calidad de candidatos.
Todo indica, entonces, que de no mediar circunstancias que no están actualmente en el escenario, la decisión de que los ministros candidatos permanezcan en el gabinete se mantendrá.
Pero considerando la dinámica que tiene la política, podría ocurrir incluso inclinar a algunos a sumarse que encuentre eco la tesis de Longueira que salgan antes de las municipales con el fin de que ello pudiera influir en que Bachelet regrese antes a dar la pelea que la exponga al desgaste que no tiene estando fuera.
Por eso nada está escrito, aunque por ahora, sí decidido.
Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en "Responsabilidad Social Empresarial" de la ONU
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