ex ministro carlos cáceres en la víspera del tercer mensaje del presidente:
Carlos Cáceres: "El gobierno no ha sabido amalgamar a sus partidos"
El presidente de Libertad y Desarrollo afirma que la actual administración "no ha tenido la habilidad" para manejarse en una nueva realidad en el escenario político nacional.
Por Patricia Arancibia Clavel
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Carlos Cáceres Contreras es, por sobre todo, un hombre de principios. ministro de Hacienda y del Interior del gobierno militar, después del plebiscito de 1988 se convirtió en un personaje clave en la transición política. De sólida formación académica, este economista y empresario, es un abierto y claro promotor del debate de las ideas que incentiva y promueve desde la presidencia de Libertad y Desarrollo (LyD). Defensor del modelo económico social de mercado y del principio de subsidiariedad, espera que este 21 de mayo Piñera focalice las prioridades del gobierno y retome el programa inicial que lo llevó a ser elegido.
- ¿Cómo evalúas el gobierno de Piñera tras dos años en el poder?
- Si hacemos un análisis en función de los grandes propósitos que se formularon para la campaña, es claro que hay luces y sombras. La gran promesa fue que ya terminada la transición política, se iniciaría una segunda etapa para llevar al país a un crecimiento económico sustentable que le permitiera alcanzar el desarrollo. El hecho de iniciar su mandato con un terremoto, significó un cambio en las prioridades lo que atenúa en parte el hecho que todavía estemos "al debe" y espero que en los dos años que restan se retome el gran propósito original.
- ¿Dónde están las luces y dónde las sombras?
- No cabe duda que ha habido un proceso económico tranquilo, ordenado. Se han cumplido los propósitos de crecimiento, de generación de empleo y de manejo fiscal prudente. Ha habido un ordenamiento económico muy importante y se han establecido ciertas reglas del juego que permiten mirar el país hacía adelante con un cierto grado de optimismo. En el ámbito político, el escenario es distinto. La conducción ha sido muy compleja y al gobierno le ha costado establecer relaciones con los partidos de la Alianza como de la oposición. No se sopesó en la debida forma lo que significaba gobernar con una minoría en el Congreso que obligaba a tener una habilidad política distinta, una mayor capacidad de negociación.
- ¿Qué ha llevado a la ciudadanía a evaluar tan mal al gobierno, pese a su buen manejo económico?
- Es difícil señalar una sola razón, pero hay una inicial que fue la generación de grandes expectativas. Después de 20 años de Concertación, se preveían cambios de esquema, de prioridades, en la manera de administrar el gobierno que, al no ser satisfechas, fue desdibujando al gobierno y provocando descontento. Es comprensible que costara el aterrizaje, pero también el gobierno no ha tenido la habilidad para manejarse en una nueva realidad, no ha sabido amalgamar a sus partidos y no ha mostrado de manera categórica una voluntad política clara para llevar a cabo su programa. El hecho que en un comienzo Piñera tomara las banderas de la oposición como propias, le hizo perder la visión de país que había planteado en su campaña.
- ¿Perdió el rumbo?
- Hay un cambio de discurso. El del 21 de mayo pasado colocó tareas muy concretas y luego planteó que el gran enfoque del gobierno sería el tema de la igualdad, palabra que antes que nada habría que definirla en términos muy precisos. Ello generó un ambiente de confusión. ¿Dónde van a estar las prioridades? Esta desorientación se traslada a los partidos y el debate parlamentario se da en función de ese elemento todavía no muy bien definido. Otro ejemplo es el conflicto de la educación. Por qué no se previó, por qué no se estableció una estrategia para enfrentarlo. Permaneció vivo todo el 2011 con señales que confundieron no sólo a los partidos sino también a la opinión pública.
- También hay una muy mala evaluación de las instituciones representativas, de los políticos...
- Si, las encuestas son categóricas en evaluar negativamente a instituciones respetables como el Congreso y a los políticos. Y es que -con algunas excepciones- la gente percibe que hay intereses partidistas, e incluso personales, que están por encima de los intereses de la sociedad. Creo que ello, unido al surgimiento de las denominadas redes sociales -espontáneas y rápidas, más emocionales que racionales- cooperan a masificar esta imagen.
- Muchos analistas han focalizado el problema del gobierno en la personalidad del presidente…
- Puede haber algo de eso, pero la ciudadanía conocía a Piñera desde antes. Ahora es evidente que él no tenía una experiencia como Presidente y da la impresión que es muy individualista, que no delega funciones, que no empodera a sus ministros y eso es apreciado de distinta manera por la opinión pública. Tiene sus ventajas, como cuando sucedió el rescate de los mineros, donde mostró voluntad y una tarea de conducción firme, pero lamentablemente, a posteriori, ha habido un desdibujamiento de esa capacidad de conducción que generan grados de confusión política.
- ¿Es éste en verdad un gobierno de centroderecha?
- Las características que definen a un gobierno de centroderecha son esencialmente dos: el respeto a la dignidad del ser humano, el reconocimiento que hay derechos naturales que emanan de la persona y que por lo tanto al Estado solamente le cabe resguardarlos y en ningún caso conculcarlos, y segundo, como principio de orden social, el principio de subsidiariedad que rescata el ejercicio de la responsabilidad individual en todos los aspectos en que esa responsabilidad tiene facultades y tiene competencia para asumirlos. Creo que aquí ha habido un desdibujamiento. Se han priorizado políticas que han implicado un crecimiento del Estado como también regulaciones que afectan las capacidades y responsabilidades privadas y en esa perspectiva se han perfilado características más cercanas a una socialdemocracia. Si a ello se agrega la prioridad de la igualdad, cuesta concluir que éste haya sido, hasta ahora un gobierno claro de centroderecha. El debate originado por la concepción de una "nueva derecha", no debidamente definido ha sido fuente de mayores confusiones.
- ¿El programa presidencial de Tantauco sí tenía esos dos pilares?
- Era un programa coherente, con un propósito inicial que era realizar la gran transición al desarrollo y que involucraba tareas muy específicas como llevar al país a un nivel de competitividad tal que le permitiera un crecimiento económico, sustentable en el tiempo. Pero quien llevaba adelante esta tarea lamentablemente dejó al gobierno y surge la duda si con su partida pudiera dejarse de lado esa agenda...
- ¿Te refieres a Juan Andrés Fontaine?
- Si, aunque espero que algunos anuncios del próximo 21 de mayo promuevan iniciativas en esta materia. Aquí no se ha avanzado nada, o muy poco en materia de modernización del Estado, de privatización aunque sea parcial de empresas importantes que hoy pertenecen al Estado y esto está afectando los niveles de competitividad de Chile. A ello se agregan procesos regulatorios que de alguna manera reflejan mentalidades constructivistas, de autoridades y legisladores que creen que deben orientar la conducta de las personas, afectando el esfuerzo empresarial.
- ¿Crees que hay tiempo para que el gobierno rectifique y reoriente sus políticas?
- Una de las características de la derecha ha sido su derrotismo y yo no quiero caer en ese error. Creo que todavía queda un espacio de tiempo para volver a reencantar al país y un buen momento puede ser el discurso del 21 de mayo. Ese reencantamiento, basado en los principios sólidos que han animado el pensamiento de la centroderecha, puede ser el gran legado del presidente Piñera. Quiero ser optimista y pensar que efectivamente en los meses que restan, el gobierno vuelva al diseño original.
- ¿Qué esperas del 21 de mayo?
- Que el Presidente defina prioridades, pocas pero contundentes. Que focalice su gran misión en reducir los niveles de pobreza, pero con políticas como las que está realizando hoy Felipe Kast; restablecería el tema de la competitividad y el tema energético. El país tiene allí una amenaza importante para hacer sustentable su proceso de desarrollo.
- Eres presidente de LyD y se suponía que por su prestigio e ideas, sus planteamientos serían escuchados por el gobierno…
- A las pocas semanas de la elección presidencial, convoqué a una reunión y nos hicimos la pregunta: qué hacemos ahora, cuándo además la mayoría de nuestros investigadores estaban siendo llamados a tareas de gobierno. Habíamos colaborado a la victoria de un gobierno de centroderecha, y teníamos la opción de seguir el camino de Cieplan que prácticamente desapareció cuando asumió Aylwin. Surgieron dos ideas básicas: que la batalla por las ideas nunca termina y que el valor de la libertad va a estar siempre sometido a amenazas por lo que debíamos mantener activa nuestra entidad. Pero, esto era posible sólo con una condición: nuestra independencia. Si nos íbamos a transformar en los "yes man" del gobierno, no valía la pena.
- ¿Cómo ha actuado a tu juicio la oposición durante todo este período?
- Ha sido muy lamentable. Se ha perdido esa condición que prevaleció durante la última parte del Gobierno Militar y en los años de la Concertación donde hubo capacidad de diálogo, de discutir ideas y proyectos. Hoy lamentablemente la oposición está negando la sal y el agua y se refugió en su mayoría parlamentaria. Esta actitud fue muy diferente a la que tuvo la centroderecha cuando fue oposición.
- Se adelantaron las presidenciales. ¿Qué efectos puede traerle al propio gobierno?
- Creo que el fondo del problema radica en la longitud de cuatro años del período presidencial, es extremadamente corto, un error grande que impide sacar adelante los programas y los proyectos y ayuda a que las campañas presidenciales se adelanten. La prudencia política va a ser esencial ahora, tanto por parte del gobierno como de eventuales candidatos.
- ¿Qué te parece el silencio de Bachelet?
- Es un silencio inteligente. Ella participa de la idea que no corresponde adelantar la carrera presidencial, así que desde ese punto de vista, no tiene sentido que lo haga. El panorama de la Concertación no puede ser más complejo, ya no solo entre los partidos sino que al interior de ellos. No existe un elemento aglutinador, salvo la posibilidad que ella llegue como la gran salvadora y me imagino que está consciente que debe enfrentar la división interna de su conglomerado y el de la oposición en general.
Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en "Responsabilidad Social Empresarial" de la ONU
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