BLANQUEO DE IMAGEN &ASPIRACIONES PRESIDENCIAL
Las pretensiones de Girardi desde la testera del Senado
Consciente del rechazo que produce, su principal propósito es limpiar su imagen para consolidar un liderazgo que lo instale entre los presidenciables.

Blanca Arthur
Como en pocas oportunidades, la elección del Presidente del Senado ha generado tanto ruido en el mundo político. Es que la llegada al cargo del más polémico de los dirigentes que ha tenido la Concertación en todos estos años, era imposible que no despertara resquemores o desconfianzas, tanto entre sus aliados opositores, como también en el gobierno o el oficialismo.
Considerando el estilo mediático, las actitudes díscolas o ese sello clientelista que lo han caracterizado, ni el compromiso explícito de que cumplirá su tarea respondiendo a los deberes que el cargo le impone, han logrado disipar las dudas acerca de las implicancias que tendrá la instalación del senador PPD Guido Girardi, a la cabeza del Senado.
Elocuente de esa incertidumbre fue la sesión en que fue electo el martes, donde los rostros de muchos de sus pares que pronunciaban su nombre no ocultaban la falta de entusiasmo con que lo hacían, mientras desde las bancadas de la Alianza se percibía cierta incredulidad.
Es por eso que con especial expectación se esperó su discurso, en el que aun cuando se refirió a la necesidad de generar acuerdos en los grandes temas, optó por hacer un planteamiento más militante, reforzando sus ideas progresistas en todos los ámbitos, con un tono que en la propia Concertación asumieron como crítico a lo que ésta ha hecho -al insistir en la brecha social- e incluso con guiños al resto de la izquierda al insinuar la necesidad de que el país cuente con una nueva Constitución.
El contenido de sus palabras fue la constatación de que Girardi no desperdiciará la plataforma que le otorga la presidencia del Senado para intentar consolidar un liderazgo en las fuerzas progresistas o de izquierda, que aspira que se aglomeren en un referente que supere a la Concertación.
Cambiar su perfil
Él mismo tiene conciencia, en todo caso, que para cumplir las expectativas que se propone, el primer requisito es limpiar su imagen, afectada por un sinnúmero de episodios, como su confusa participación en el caso Spiniak, u otros como la vinculación con el escándalo de las facturas falsas en la rendición de las cuentas de campaña, o el incidente con Carabineros tras reclamar porque le pasaron un parte, que le significó una sanción de la Comisión de Ética del Senado.
Con ese fin –tal como se lo han recomendado sus cercanos– sabe que debe esforzarse en cambiar su perfil de político denunciante o díscolo por el de hombre de Estado, aunque, por su estilo, la tarea le resulte más difícil que a otros.
En esa línea, el gesto más claro ha sido mostrarse dispuesto a entenderse con el gobierno, lo que confirmó, primero, al aceptar integrar la comitiva en la última gira presidencial, donde incluso tocó el tema con el propio presidente Sebastián Piñera, garantizándole que, sin perjuicio de mantener su identidad opositora, estaría dispuesto al diálogo. Una actitud que reiteró al día siguiente de asumir, al recibir en sus dependencias –junto al nuevo vicepresidente, el senador PS, Juan Pablo Letelier- al ministro Secretario General de la Presidencia, Cristián Larroulet, quien no dudó en mostrarse optimista con el encuentro, destacando el acuerdo de trabajar en una agenda común.
Es cierto que tanto en el gobierno, como entre algunos senadores aliancistas, existe la idea de que el esfuerzo de Girardi por legitimarse como político serio puede beneficiarles, si es que ello implica que efectivamente trate de llegar a acuerdos o se esmere en darles garantías a todos. Tanto es así que perciben que incluso puede serles más funcional que su antecesor, el DC Jorge Pizarro, quien actuó desde su cargo más como líder de la oposición, que como hombre de consensos.
La decisión de la Concertación
Completamente distinto es el prisma con que miran al interior de la Concertación el impacto que puede tener para ellos que el más díscolo de sus parlamentarios esté durante un año a la cabeza del Senado. No porque no crean que buscará limpiar su imagen, sino porque no descartan que su interés para ello, atenta en contra de los intereses del conglomerado.
En los pasillos del Congreso, distintos senadores no desconocen que respetar el acuerdo asumido hace un año fue un trago amargo que les costó asumir, como quedó demostrado con el hecho de que sólo se confirmó sólo días atrás, después de que corriera un serio riesgo a fines del año pasado.
Es que lo que plantearon entonces, especialmente desde la DC, luego que el senador Eduardo Frei propusiera que se revisara el compromiso con el argumento de que era inaceptable que asumiera el cargo en representación de la Concertación quién aparecía liderando la idea de sepultarla, es una aprensión que sigue vigente.
Pero como explican incluso algunos de los mismos que se cuestionan su actitud, primó la tesis de que era indispensable actuar de manera disciplinada, al considerar que aunque por momentos fue frágil, la unidad que mantuvieron en el difícil período post derrota, es el principal activo sobre el cual pretenden comenzar a reconstruirse.
No son pocos, en todo caso, los que con desazón apuntan a que dicho argumento se invalida desde el momento en que se le entrega a Girardi la plataforma para intentar reconstruir un liderazgo desde el cual sus pretensiones no apuntan a lograr la rearticulación concertacionista.
Aspiración presidencial
Confirmando tales temores, sus más cercanos admiten que en ningún caso es ajeno a sus cálculos que ésta puede ser su gran oportunidad de renacer políticamente y erigirse en el líder de un nuevo referente que agrupe a las fuerzas progresistas.
Con ese fin, no desestiman que con el cambio de actitud que adoptará desde el nuevo cargo, no sólo podría revertir los niveles de rechazo que alcanzan al 57%, sino superar en las encuestas a quienes aparecían como las figuras de recambio en la Concertación, pero que no han despegado, como Carolina Tohá, Claudio Orrego o Ignacio Walker.
Consciente que –con excepción de Michelle Bachelet– existe un vacío de liderazgo en la actual coalición opositora, Girardi no descarta emerger incluso como un futuro presidenciable, apostando a interpretar con un discurso ideológico distinto, al conjunto de las fuerzas opositoras que –tal como confirman las cifras-- exceden con creces a la actual Concertación.
En su entorno no desconocen que es una apuesta arriesgada, sobre todo porque implica un alto grado de tensión básicamente con la DC, partido que lo tiene en la mira al punto que se mantendrá en estado de alerta con el fin de impedir que Girardi utilice el cargo para cumplir su propósito de minimizar su influencia.
La relación que mantenga con la DC como con el resto de los partidos de la Concertación, incluido el propio, será probablemente la lucha más compleja que se dará en este año en que el más controvertido de los políticos se instaló en la testera del Senado. Pero en ningún caso será el único ruido que produzca, porque ni el optimismo del gobierno, o la indiferencia del oficialismo, tienen, al menos por ahora, fundamentos suficientemente sólidos como para pensar que la asunción de Girardi no incidirá en el panorama político general.
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Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en "Responsabilidad Social Empresarial" de la ONU
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