Hernán Cheyre V.
Consejo Económico Asesor Candidatura Sebastián Piñera
Entrando la campaña presidencial a la fase decisiva, se advierte en algunos grupos el intento de instalar en la opinión pública la idea de que Sebastián Piñera no ofrece nada nuevo. Se pretende transmitir el mensaje de que el concepto de "cambio" inherente a su programa de gobierno sería un predicamento vacío, que genuinamente no ofrece nada nuevo, y que muchas de las propuestas que se han dado a conocer -entre las que se suele citar el bono anunciado para marzo de 2010 y la intención de mantener la protección social que han impulsado los últimos gobiernos- no son sino una reafirmación de lo que la Concertación ha venido haciendo.
Quienes critican la aparente falta de contenido del concepto de "cambio" que ofrece el proyecto de Sebastián Piñera parecen estar atrapados en la lógica que imperaba en las batallas ideológicas del pasado -propias de la "guerra fría"-, en que los proyectos de los distintos grupos políticos eran absolutamente antagónicos entre sí, al punto de que en cada elección presidencial lo que estaba en juego eran dos visiones y dos modelos absolutamente contrapuestos entre sí. Afortunadamente, el mundo ha cambiado en las últimas décadas -el muro de Berlín se derrumbó-, y la discusión política se da en un terreno diferente. De hecho, la propia Concertación hizo suyo el andamiaje fundamental del modelo económico que heredó en 1990, y ha conducido el país manteniendo esa misma base, aunque con un cambio de énfasis y de orientación en algunas materias.
En este contexto, la primera pregunta que cabe responder es cuál es el sentido del "cambio" que ofrece la candidatura de Sebastián Piñera. En el ámbito económico-social, si bien se reconocen -y se valoran- los esfuerzos desplegados por la Concertación en materia de protección social, hay una crítica de fondo al pobre desempeño que ha habido en el transcurso de esta década en cuanto a crecimiento económico y a generación de empleos.
Por lo tanto, un primer contenido del "cambio" va a consistir en asumir un compromiso con el crecimiento y con la creación de nuevos puestos de trabajo, de manera de recuperar el tiempo perdido y de volver a encauzar la economía en la senda del desarrollo, con una meta muy precisa: cruzar el umbral del desarrollo en el año 2018. Esto, sin desatender la red de protección social necesaria para apoyar a los grupos más vulnerables.
Una segunda cuestión que debe ser abordada se refiere a establecer cuáles van a ser los ejes del cambio que propone Sebastián Piñera. En cuanto al enfoque de las políticas públicas, dos son los ejes fundamentales que le van a dar forma a este "cambio". El primero de ellos está referido a un concepto tan simple y directo como lo es el mejoramiento de la calidad de la gestión gubernamental, bajo la premisa de no aumentar ni disminuir el tamaño del Estado, sino que de lograr un "mejor Estado". Esto, que para algunos suena como un concepto de escaso contenido -lo que tal vez se explique por la escasa prioridad que le ha asignado la Concertación-, tiene en el hecho una trascendencia fundamental: el deterioro que exhibe la economía chilena en materia de productividad, en buena medida se explica por la poca eficiencia con que están siendo administrados los recursos públicos en importantes áreas del quehacer gubernamental. Como botón de muestra, cabe tener presente que el Estado ha debido hacerse cargo de cuantiosas pérdidas derivadas de programas públicos mal evaluados y peor implementados, y de una mala gestión en las empresas públicas, recursos que pudieran haberse destinado a otros usos de elevada rentabilidad social. De aquí surge la necesidad de mejorar el funcionamiento del aparato estatal, con iniciativas del tipo de otorgarles a las reparticiones mayores grados de autonomía, pero en el contexto de una mejor rendición de cuentas; de transformar el Sistema de Empresas Públicas en un holding independiente y autónomo del Gobierno, y de poner en marcha una Agencia de Calidad de Políticas Públicas. Un segundo eje consiste en crear una auténtica cultura del emprendimiento, que permita a los chilenos desplegar su potencial para emprender nuevas iniciativas. Para esto hacen falta medidas orientadas a facilitar el desarrollo de nuevas actividades, con menos trabas burocráticas, con una menor carga tributaria, y con un aparato estatal desempeñando el papel de "facilitador del emprendimiento".
Los esfuerzos del futuro gobierno de Sebastián Piñera estarán concentrados en avanzar en función de estos dos ejes, y ello tendrá un impacto significativo en el potencial de crecimiento de la economía, mejorando la capacidad de generar empleos estables, y acelerando el tranco para derrotar la pobreza. Si alguien encuentra que este cambio es poco, es porque no ha asimilado aún el costo que ha asumido el país al haberse despilfarrado cuantiosos recursos públicos y al haberse desaprovechado la oportunidad de dar el salto decisivo hacia el desarrollo que estaba pendiente. Para los que han sufrido los efectos derivados de estas falencias, el "cambio" que ofrece la candidatura de Sebastián Piñera puede tener un impacto trascendental.
CONSULTEN, OPINEN , ESCRIBAN LIBREMENTE
Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en RSE de la ONU
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