En Estados Unidos, candidatos y votantes siguen concentrados en la economía
(En los últimos días de la campaña se intensifica la retórica en ambos bandos)
Por Joseph Mianowany
Redactor
Washington - La mayoría de los estadounidenses votarán por un nuevo presidente convencidos de que el tema decisivo es el futuro de la economía de Estados Unidos y los impuestos que ellos pagan. Pero la retórica de ambos lados en los últimos días de la campaña podría confundir a los votantes en lugar de aclararles las cosas.
A medida que llega a su fin la competencia entre el republicano John McCain y el demócrata Barack Obama, los candidatos, sus anuncios y sus seguidores parecen invertir tanto tiempo en criticar al otro lado como en promover su propio plan económico. Cada campaña sostiene que su oponente se ha puesto en marcha para destruir la equidad y el ideal estadounidense de una clase media vigorosa y próspera.
El debate en torno a los impuestos ha quedado establecido a lo largo de líneas clasistas; Obama argumenta que, de acuerdo con su plan, sólo los contribuyentes que tienen un ingreso neto superior a los 250.000 dólares verán aumentar sus impuestos. La campaña de Obama sostiene que a McCain, que quiere prorrogar una serie de recortes impositivos diseñados por el presidente Bush, le interesa principalmente ayudar a los ricos y a los intereses de las grandes empresas.
En Estados Unidos, tanto los impuestos a los ingresos de los individuos como a los de las empresas se basan en el ingreso neto, que es el monto total de lo que se gana, menos las deducciones que ha aprobado el gobierno. Hay escalas graduadas y separadas de tasas impositivas para individuos y empresas, en las cuales la tasa que se aplica aumenta por pasos a medida que sube el nivel de ingresos. La tasa máxima para los individuos llega al 35 por ciento, en tanto que la de las empresas es del 39 por ciento, aunque para las corporaciones esa tasa declina ligeramente en el caso de las más grandes y lucrativas.
"No hay ningún cambio cuando John McCain quiere darles una rebaja impositiva de 700.000 dólares al oficial ejecutivo en jefe promedio de las firmas que aparecen en la lista de Fortune 500 (las 500 empresas que la revista Fortune considera las más importantes y poderosas de Estados Unidos)" , dice Obama en los días finales de la campaña. "No hay ningún cambio cuando quiere darles 200.000 millones de dólares a las corporaciones más grandes, ó 4.000 millones a las compañías petroleras, ó 300.000 millones a los mismos bancos de Wall Street que nos metieron en este lío. No hay ningún cambio cuando aparece con un plan impositivo que no les da un centavo de alivio a más de 100 millones de estadounidenses de clase media. Eso no es ningún cambio".
McCain y sus partidarios replican que Obama quiere una forma de socialismo estadounidense que les sacaría dinero a los individuos y empresas más exitosos para costear nuevos programas gubernamentales. La campaña de McCain dice que esa estrategia lesionaría los estadounidenses porque sofocará el crecimiento económico y las compañías les pasarán los nuevos impuestos a los consumidores, en forma de precios más altos para sus bienes y servicios.
McCain ha tratado de remachar este punto usando un tema publicitario simple - en este caso, un hombre de Ohio, Samuel Wurzelbacher, quien ha llegado a ser conocido a nivel nacional como "Joe the Plumber" (Joe el plomero).
Hace unas pocas semanas, Wurzelbacher se encontró con Obama en un evento de campaña y le dijo que quería comprar la empresa de plomería donde trabajaba, pero que el plan impositivo del candidato demócrata lo castigaría si él, Wurzelbacher, tuviera demasiado éxito. Obama contestó que no quería castigar a nadie por tener éxito, sino que "cuando uno esparce riqueza en torno suyo, eso es bueno para todos" (Véase "Debate final entre McCain y Obama fue el más contencioso ( http://www.america.gov/st/elections08-spanish/2008/October/20081016151042pii0.993313.html?CP.rss=true )").
McCain y sus partidarios aprovecharon el comentario en torno a esparcir riqueza como prueba de las que dicen son las intenciones cercanas al socialismo que abriga Obama, las cuales perjudicarían a la gente común y corriente que se esfuerza por mejorarse a sí misma y aumentar su ingreso. Desde entonces, la campaña de McCain ha utilizado presentaciones de Wurzelbacher y ha producido anuncios comerciales que presentan una serie de personas de aspecto similar al del estadounidense promedio, todas las cuales declaran "Yo soy Joe el plomero".
"Estas elecciones se reducen a cómo uno quiere que se gaste el dinero que ha ganado con tanto esfuerzo", dijo McCain en un discurso reciente. "¿Quiere guardarlo e invertir en su futuro, o quiere que se lo lleve la persona más liberal que haya competido alguna vez por la presidencia?"
En sus discursos de campaña, Obama hace a un lado los ataques de McCain, mientras afirma también que el gobierno debe "darle una oportunidad de tener éxito no sólo a aquellos que tienen dinero, poder e influencia, sino a cada estadounidense que esté dispuesto a trabajar".
"Así es como creamos no sólo más millonarios, sino más familias de clase media. Así es cómo aseguramos que las empresas tengan clientes que puedan comprar sus productos y servicios. Así es como hemos hecho crecer siempre la economía de Estados Unidos: de abajo hacia arriba. John McCain llama a eso socialismo. Yo lo llamo oportunidad, y no hay nada más estadounidense que eso", dice.
La retórica de ambos lados, a menudo vehemente y en ocasiones divertida, ha ofrecido poco en términos de hechos sólidos con los que educar a los votantes. Ambas campañas han omitido mencionar el hecho de que, gane quien gane las elecciones, nada puede ordenarse ni financiarse sin pasar por el Congreso.
Debido a que se anticipa que tanto la Cámara de Representantes como el Senado de Estados Unidos queden bajo el control demócrata, a un presidente McCain le resultaría difícil promover sus propuestas. Los planes de un presidente Obama tienen más probabilidades de ser aprobados, pero es probable que sufran revisiones importantes por parte del Congreso.
Además, el nuevo presidente estadounidense, no importa cuál sea su filiación política, tendrá que luchar contra una economía lenta y un déficit federal en impetuoso ascenso.
(El Servicio Noticioso desde Washington es un producto de la Oficina de Programas de Información Internacional del Departamento de Estado de Estados Unidos. Sitio en la Web: http://www.america.gov/es )
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(En los últimos días de la campaña se intensifica la retórica en ambos bandos)
Por Joseph Mianowany
Redactor
Washington - La mayoría de los estadounidenses votarán por un nuevo presidente convencidos de que el tema decisivo es el futuro de la economía de Estados Unidos y los impuestos que ellos pagan. Pero la retórica de ambos lados en los últimos días de la campaña podría confundir a los votantes en lugar de aclararles las cosas.
A medida que llega a su fin la competencia entre el republicano John McCain y el demócrata Barack Obama, los candidatos, sus anuncios y sus seguidores parecen invertir tanto tiempo en criticar al otro lado como en promover su propio plan económico. Cada campaña sostiene que su oponente se ha puesto en marcha para destruir la equidad y el ideal estadounidense de una clase media vigorosa y próspera.
El debate en torno a los impuestos ha quedado establecido a lo largo de líneas clasistas; Obama argumenta que, de acuerdo con su plan, sólo los contribuyentes que tienen un ingreso neto superior a los 250.000 dólares verán aumentar sus impuestos. La campaña de Obama sostiene que a McCain, que quiere prorrogar una serie de recortes impositivos diseñados por el presidente Bush, le interesa principalmente ayudar a los ricos y a los intereses de las grandes empresas.
En Estados Unidos, tanto los impuestos a los ingresos de los individuos como a los de las empresas se basan en el ingreso neto, que es el monto total de lo que se gana, menos las deducciones que ha aprobado el gobierno. Hay escalas graduadas y separadas de tasas impositivas para individuos y empresas, en las cuales la tasa que se aplica aumenta por pasos a medida que sube el nivel de ingresos. La tasa máxima para los individuos llega al 35 por ciento, en tanto que la de las empresas es del 39 por ciento, aunque para las corporaciones esa tasa declina ligeramente en el caso de las más grandes y lucrativas.
"No hay ningún cambio cuando John McCain quiere darles una rebaja impositiva de 700.000 dólares al oficial ejecutivo en jefe promedio de las firmas que aparecen en la lista de Fortune 500 (las 500 empresas que la revista Fortune considera las más importantes y poderosas de Estados Unidos)" , dice Obama en los días finales de la campaña. "No hay ningún cambio cuando quiere darles 200.000 millones de dólares a las corporaciones más grandes, ó 4.000 millones a las compañías petroleras, ó 300.000 millones a los mismos bancos de Wall Street que nos metieron en este lío. No hay ningún cambio cuando aparece con un plan impositivo que no les da un centavo de alivio a más de 100 millones de estadounidenses de clase media. Eso no es ningún cambio".
McCain y sus partidarios replican que Obama quiere una forma de socialismo estadounidense que les sacaría dinero a los individuos y empresas más exitosos para costear nuevos programas gubernamentales. La campaña de McCain dice que esa estrategia lesionaría los estadounidenses porque sofocará el crecimiento económico y las compañías les pasarán los nuevos impuestos a los consumidores, en forma de precios más altos para sus bienes y servicios.
McCain ha tratado de remachar este punto usando un tema publicitario simple - en este caso, un hombre de Ohio, Samuel Wurzelbacher, quien ha llegado a ser conocido a nivel nacional como "Joe the Plumber" (Joe el plomero).
Hace unas pocas semanas, Wurzelbacher se encontró con Obama en un evento de campaña y le dijo que quería comprar la empresa de plomería donde trabajaba, pero que el plan impositivo del candidato demócrata lo castigaría si él, Wurzelbacher, tuviera demasiado éxito. Obama contestó que no quería castigar a nadie por tener éxito, sino que "cuando uno esparce riqueza en torno suyo, eso es bueno para todos" (Véase "Debate final entre McCain y Obama fue el más contencioso ( http://www.america.gov/st/elections08-spanish/2008/October/20081016151042pii0.993313.html?CP.rss=true )").
McCain y sus partidarios aprovecharon el comentario en torno a esparcir riqueza como prueba de las que dicen son las intenciones cercanas al socialismo que abriga Obama, las cuales perjudicarían a la gente común y corriente que se esfuerza por mejorarse a sí misma y aumentar su ingreso. Desde entonces, la campaña de McCain ha utilizado presentaciones de Wurzelbacher y ha producido anuncios comerciales que presentan una serie de personas de aspecto similar al del estadounidense promedio, todas las cuales declaran "Yo soy Joe el plomero".
"Estas elecciones se reducen a cómo uno quiere que se gaste el dinero que ha ganado con tanto esfuerzo", dijo McCain en un discurso reciente. "¿Quiere guardarlo e invertir en su futuro, o quiere que se lo lleve la persona más liberal que haya competido alguna vez por la presidencia?"
En sus discursos de campaña, Obama hace a un lado los ataques de McCain, mientras afirma también que el gobierno debe "darle una oportunidad de tener éxito no sólo a aquellos que tienen dinero, poder e influencia, sino a cada estadounidense que esté dispuesto a trabajar".
"Así es como creamos no sólo más millonarios, sino más familias de clase media. Así es cómo aseguramos que las empresas tengan clientes que puedan comprar sus productos y servicios. Así es como hemos hecho crecer siempre la economía de Estados Unidos: de abajo hacia arriba. John McCain llama a eso socialismo. Yo lo llamo oportunidad, y no hay nada más estadounidense que eso", dice.
La retórica de ambos lados, a menudo vehemente y en ocasiones divertida, ha ofrecido poco en términos de hechos sólidos con los que educar a los votantes. Ambas campañas han omitido mencionar el hecho de que, gane quien gane las elecciones, nada puede ordenarse ni financiarse sin pasar por el Congreso.
Debido a que se anticipa que tanto la Cámara de Representantes como el Senado de Estados Unidos queden bajo el control demócrata, a un presidente McCain le resultaría difícil promover sus propuestas. Los planes de un presidente Obama tienen más probabilidades de ser aprobados, pero es probable que sufran revisiones importantes por parte del Congreso.
Además, el nuevo presidente estadounidense, no importa cuál sea su filiación política, tendrá que luchar contra una economía lenta y un déficit federal en impetuoso ascenso.
(El Servicio Noticioso desde Washington es un producto de la Oficina de Programas de Información Internacional del Departamento de Estado de Estados Unidos. Sitio en la Web: http://www.america.gov/es )
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CONSULTEN, OPINEN , ESCRIBAN LIBREMENTE
Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en RSE de la ONU
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