RICARDO SOLARI (AUTOR) Puntos de Referencia Nº 300, noviembre 2008.
Contenido - La mediación de los partidos entre la sociedad y el gobierno es fundamental. Por lo mismo, es preciso arribar a las fórmulas que permitan la expresión libre de todas las corrientes de opinión y en igualdad de condiciones. Es aquí donde entra a tallar el factor económico.
- Si lo que buscamos es generar igualdad de oportunidades para todas las posiciones políticas, debemos resguardar que aquellos partidos, posiciones o valores minoritarios, a menudo fuertemente cuestionados por la cultura hegemónica, tengan posibilidades de ser financiados sin que los donantes se vean cohibidos por una posible presión social.
- Para bien o para mal, los partidos siguen siendo las organizaciones que convocan a la ciudadanía sobre la base de una propuesta global, de valores, de proyectos e ideas sobre el país y su destino y una cierta manera de entender cómo debe estar organizada la sociedad para el bienestar y el progreso de todos sus miembros. Tienen a su vez el deber, y en cierto sentido el monopolio del reclutamiento del personal que compone el parlamento, el gobierno municipal y la mayoría de las responsabilidades claves del gobierno de la Nación. Si estamos de acuerdo en ello, surge de manera clara la conveniencia de que el Estado apoye el funcionamiento de estas instancias de mediación entre la ciudadanía y el gobierno, también sobre la base de los principios de equidad y de transparencia: para que la competencia sea sana y justa, y para que no exista el riesgo de cooptación.
- Establecer por ley formas de financiamiento público de la política es una oportunidad para mejorar la calidad de la vida partidaria y, por ende, la calidad de la vida política en el país.
- Una propuesta de financiamiento público de los partidos debería contemplar incentivos a la participación ciudadana en la política, la preparación de quienes van a ocupar cargos de representación pública, ampliación y democratización del financiamiento y transparencia.
- Entre las propuestas disponibles en este ámbito, quizás la más elaborada y compleja es la de Salvador Valdés. Ésta se hace cargo en parte de las necesidades de participación y capacitación. Sin embargo, las limitaciones que Valdés plantea, emulando el modelo alemán, deben ser analizadas con detención. La propuesta también recoge la necesidad de la ampliación y democratización del financiamiento, en la medida en que consideramos que los derechos de expresión de intereses ciudadanos no se diluyen por la asociación de estos. En otras palabras, el hecho de que los ciudadanos se agrupen en sindicatos, colegios profesionales, ONG y otras organizaciones, sólo visibiliza las causas o intereses que estos grupos deciden apoyar, pero no elimina sus derechos como personas individuales.
- La última de las necesidades, la transparencia, parece completamente olvidada en la propuesta de Valdés. Si bien hay argumentos razonables para defender, en algunos casos, la reserva más que la transparencia, este principio debe ser nuestra aspiración. Al no haber transparencia se crean vías diferentes de información (sin control ni fiscalización) pues lo que generalmente sucede es que quien dona con el fin de presionar o extorsionar le hace saber al candidato por otros medios que ya le ha otorgado la suma, generando fórmulas de cobro completamente fuera del control de la legislación y, aún más importante, del voto de las personas.
Nota: Vea el Puntos de Referencia de Salvador Valdes P. aquí | |
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