| COLUMNA-Inflación y elecciones: mala dupla para Chile: Modiano |
(Paulina Modiano es columnista de Reuters. Las opiniones expresadas son personales)
Por Paulina Modiano
SANTIAGO, jul 30 (Reuters)- Durante más de una década fue un tema casi inexistente en el debate nacional. Porque la temida inflación, que tantos dolores de cabeza causa a varias economías de la región, en Chile era un fenómeno completamente bajo control, con tasas que fluctuaban entre un 2,0 a un 4,0 por ciento anual.
Sin embargo, hace pocas semanas las luces de alarma se encendieron cuando el índice oficial del costo de la vida, que no es cuestionado, se empinó en junio a un 9,5 por ciento en 12 meses, el triple de la meta establecida por el Banco Central.
Una mala noticia para un país que se ha acostumbrado a una sana estabilidad económica que lo ha distinguido en la región y que llega en momentos en que los partidos políticos se aprontan a iniciar campaña para las elecciones municipales de octubre, consideradas una antesala de las presidenciales del 2009.
Para el Gobierno de la presidenta de centroizquierda, Michelle Bachelet, el panorama no es fácil, ya que recientemente la encuesta independiente más creíble mostró como puntero en la carrera presidencial, aunque falte más de un año, al empresario opositor Sebastián Piñera.
Y se pondría peor si el pesimismo de la población, que en los últimos sondeos ha desaprobado la conducción económica del Gobierno, favorece a la oposición en las municipales y la deja fortalecida para la contienda presidencial del próximo año.
¿CRISIS?
En medio del desaliento, no faltan quienes han afirmado que la economía chilena se encuentra en "crisis".
El Gobierno y economistas independientes han negado tajantemente esa apreciación, considerando que, pese al alza de precios, en buena parte de origen externo, el país sigue creciendo a un ritmo lento pero constante, con altos índices de inversión y generación de empleo.
Sin duda, el factor más favorable en este período ha sido el extraordinario aumento en el valor del cobre, la principal exportación del país, que ha llenado las arcas fiscales, ya que la mayor productora mundial del mineral sigue siendo la estatal Codelco.
Ello ha permitido al Gobierno de Bachelet hacer crecer el gasto social mucho más que sus tres antecesores de la Concertación, la coalición de centroizquierda que gobierna Chile desde el fin de la dictadura de Augusto Pinochet en 1990.
LA ERA BACHELET
Sin embargo, nada de ello parece haber generado demasiada satisfacción en los chilenos, que no han vivido con alegría la era Bachelet, que partió llena de promesas de equidad social.
El primer año de su mandato enfrentó un desborde de protestas estudiantiles, conocidas como la "revolución de los pingüinos", en alusión al uniforme que usan los escolares chilenos.
El 2007 no partió mejor, ya que la fallida puesta en marcha de un nuevo sistema de transporte para Santiago, que durante meses dejó literalmente a miles de ciudadanos botados en las calles, golpeó duramente la popularidad y el respaldo a la presidenta.
Ahora, la inflación, opinan algunos analistas, puede causar un efecto de descontento más generalizado que los anteriores conflictos, que golpearon a grupos específicos.
Ello, porque el aumento de precios en una economía sin mayores controles ni subsidios afecta todos los bolsillos aunque, obviamente, con más dureza a los de los más pobres.
Por eso, aunque no haya crisis, el Gobierno ha decidido restringir al aumento del gasto fiscal para el próximo año.
En el primer semestre de año, el gasto fiscal creció un 10,5 por ciento y en las primeras discusiones parlamentarias sobre el tema se está barajando una expansión entre 6,0 y 7,0 por ciento para el 2009.
Ello, dicen expertos, daría mayor margen de maniobra al Banco Central autónomo, que ya ha anticipado nuevas alzas en las tasas de interés para enfrentar la inflación y que golpean la inversión privada y la creación de empleos.
Acotar el gasto público no es algo que suelen hacer los gobiernos en años de campaña como el que se avecina.
Pero, la alternativa de incurrir en un sobreajuste monetario, como el que ocurrió a fines de la década de 1990 en plena crisis asiática y que causó un gran aumento en la desocupación, no parece ser un riego que el Gobierno y su coalición estén dipuestos a asumir.
Todavía ronda el fantasma de cuando el descontento por el desempleo de esa época estuvo a punto de darle un triunfo a la derecha en las presidenciales de 1999.
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REUTERS PM AZ
Rodrigo González Fernández
DIOPLOMADO EN RSE DE LA ONU
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