CHILE DEBE CUIDAR SU ISTEMA DE DEFENSA Y CUIDADO CON LAS LEYES QUE SE BUSCAN INSTAURAR
EL MODELO FRANCÉS DE DEFENSA
Un pueblo que se enfrentó en tres guerras fratricidas con los alemanes, con intervalos de 40 años, hoy adhiere en forma masiva a una búsqueda conjunta de la seguridad. Cuánto tiene que aprender aún América Latina de los europeos en este campo.
Por Raúl Sohr
Publicado el 22 Jun 2008
Una reducción drástica de sus Fuerzas Armadas anunció, esta semana, el Gobierno francés. En total serán eliminadas 54 mil plazas de las tres ramas de la defensa. De 271 mil, los efectivos pasarán a 224 mil, es decir, una reducción equivalente a todo el Ejército de Chile. Pero no se trata de un cambio cuantitativo; también hay un giro en las prioridades. La nueva visión, contenida en uno de los consabidos libros blancos de la defensa, pretende responder a los retos del siglo XXI.
Para Chile, los cambios anunciados por el Presidente Nicolas Sarkozy son del mayor interés, porque nuestro país iniciará el mes entrante los trabajos para la elaboración del tercer Libro de la Defensa Nacional. Entre el 2 y el 4 de julio se congregará en Pichidangui un importante número de militares y civiles con conocida trayectoria en materias de seguridad y defensa. En el taller preparatorio del Libro de la Defensa 2010, en el cual estoy invitado a participar, se explorarán los escenarios previsibles para el año 2020. En rigor, los dos libros anteriores no son comparables a los libros blancos europeos, que esbozan una visión de mundo y sus respectivos entornos regionales desde el prisma de sus intereses nacionales, para luego detallar los medios con que cuentan para enfrentar las amenazas percibidas. En el caso chileno, los libros anteriores fueron un progreso, pero limitado. Se confinaron a declaraciones de principios genéricos, a definiciones conceptuales, a una descripción de las estructuras de la defensa y datos extraídos de publicaciones internacionales para exponer el arsenal del país. Algo es algo, pero esto está lejos de lo que viene de hacer Francia y, por lo mismo, debería estimular al nuevo esfuerzo en curso.
LA AMENAZA INMEDIATA
Sarkozy, que jugó un rol importante en la nueva visión, señaló que mientras disminuyen las probabilidades de una guerra regular con un país dotado de un ejército avanzando, aumentan las opciones de un enfrentamiento con fuerzas difusas y, en el plano doméstico, contra organizaciones terroristas. "La amenaza inmediata es la de un ataque terrorista", puntualizó Sarkozy, y advirtió que ella podría ejecutarse "con medios radiológicos, químicos o biológicos". Subrayó, al anunciar los cambios, que espera que Francia juegue un papel diplomático mayor en el mundo, y para lograrlo requiere de un respaldo militar.
Los cambios previstos son los más profundos en casi medio siglo. Los británicos iniciaron reformas semejantes y algunas de ellas sirven de ejemplo a París. En 2004, Londres suprimió 20 mil plazas 10 mil civiles e igual cantidad de uniformados con el eslogan: "Hacer las cosas mejor con menos". Para los europeos es claro que su continente presenta una arquitectura muy diferente a la vivida bajo la guerra fría. En primer lugar, ya no existen la Unión Soviética ni su Pacto de Varsovia, que agrupaba a media docena de las llamadas democracias populares. Desde finales de la década de los cuarenta hasta casi finales del siglo pasado, los europeos, de ambos bandos, se prepararon para un gran choque entre Este y Oeste. El armamento fue concebido y diseñado, casi en forma refleja, para emular a la otra parte. El temido conflicto, para fortuna de todos, nunca tuvo lugar. Occidente desarrolló su propio pacto militar para enfrentar a los soviéticos y sus aliados: la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), integrada por 26 países y que suscribió al principio de los Tres Mosqueteros: "Uno para todos y todos para uno". Si un país era atacado, todos saldrían en su defensa. El principio nunca tuvo que ser invocado, pero en el proceso de desarrollo se generaron sólidas confianzas entre los países miembros. Además de una alianza militar, que nunca contó con fuerzas propias, sino que dependía de los diversos ejércitos nacionales de los Estados miembros, la OTAN se convirtió en un paraguas político que aseguraba la estabilidad democrática de sus afiliados. En forma paralela al acuerdo militar progresó la integración económica y política que hoy está fraguada en la Unión Europea. Dicho sea de paso, Sarkozy anunció el reingreso francés a las estructuras del comando militar de la OTAN, de las que París se había retirado en 1966, bajo las órdenes de Charles de Gaulle. Es una vuelta, sin embargo, que mantiene fuera del control de la organización tanto el arsenal nuclear francés como sus opciones de intervención militar.
La última encuesta señala que 80% de los franceses es partidario de una defensa independiente de los Estados Unidos. Pero, claro, hay seguridad en los números y las alianzas son una gran garantía para los países. Para tener una idea de cuán sólido y exitoso es el proceso de integración europeo, baste señalar que el 87% de los franceses, según los últimos sondeos, es partidario de una defensa compartida con el resto de Europa. Un pueblo que se enfrentó en tres guerras fratricidas con los alemanes, con intervalos de 40 años, hoy adhiere en forma masiva a una búsqueda conjunta de la seguridad. Cuánto tiene que aprender aún América Latina de los europeos en este campo.
CONSULTEN, OPINEN , ESCRIBAN LIBREMENTE
Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en RSE de la ONU
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