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Presento al foro unas opiniones del periodista Francisco Rubiales de las cuales sacamos lecciones:
Una democracia verdaderamente sana demanda la presencia de ciudadanos con vocación crítica. Sin evaluación, comprensión, apreciación y análisis desprovistos de prejuicios, sólo caminaremos por páramos estériles. Lo peor que puede ocurrir a quienes profesan “pasión por la democracia” es tener que dialogar con sujetos que tengan tan idealizada la estampa de cualquier dirigente o formación política que sea suspendido todo juicio riguroso en torno a los mismos, aunque los hechos objetivos sean aplastantes.
Estos acólitos, estos creyentes, estos fervorosos adoradores describen el perfil del votante idóneo, pues -aun cuando la realidad camine en sentido contrario- no es necesario esfuerzo alguno para convencerlos de lo inverosímil. Confunden la capacidad política con la habilidad de improvisar salidas por la puerta de atrás mediante figuras retóricas de fácil aprendizaje. Se embelezan con los estudiados movimientos, ademanes y contorneos de sus líderes en los estrados. Caminan tras imágenes perfectamente diseñadas por equipos profesionales que buscan la identificación con el mayor número de individuos posibles para cada ocasión. Esperan encontrar la senda hacia el Paraíso en las intervenciones de los oradores con anhelo de salvación. Estos devotos no precisan discursos racionales y programáticos, basados en datos; únicamente se conforman con las migajas de encendidas arengas populistas, emotivas y pasionales. Están dispuestos a aplaudir ante el más mínimo estímulo: las pausas y énfasis estratégicos establecidos en las intervenciones a la mayor gloria del predicador y del partido.
Para leer más , consultajuridica.blogspot.com, saludos Rodrigo González Fernández
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