DEMOCRACIA Y PARTIDOS POLÍTICOS
Algunos creen que los partidos políticos nacieron con la democracia y son parte esencial del sistema. Se equivocan porque la historia refleja precisamente lo contrario, que los partidos, durante muchos siglos, fueron considerados como el principal obstáculo para la vigencia de la libertad y el funcionamiento del sistema democrático. Cuestión ésta que no podemos menos que compartir con Francisco Rubiales
Reproduzco unos párrafos de mi libro - dice Rubiales - “Los Nuevos Amos (La rebeldía de los demócratas)”, actualmente en imprenta, que analizan con claridad el conflicto entre partidos políticos y democracia, por cierto que agradecemos esta primicia a Francisco :
“Los orígenes de los actuales partidos políticos se remontan a
La imagen de los partidos ni siquiera mejora durante
Los padres fundadores de la nación americana, la primera creada bajo los más exigentes cánones de la libertad y los derechos de la época, no tienen mejor concepto del partido político. Madison consideraba a las facciones “contraria a los derechos de otros ciudadanos o de los intereses permanentes y agregados de la comunidad”, mientras que George Washington, en su “Discurso de Adios” de 1796, afirma: “La libertad... es de hecho poco más que un nombre cuando el gobierno es demasiado débil para soportar los embates de las facciones... Permitidme... advertiros del modo más solemne en contra de los efectos nocivos del espíritu del partido”. El criterio de Thomas Jefferson se parece al de Bolingbroke y considera al partido como una “amenaza” para los “principios republicanos”.
En honor a la verdad, esa cautela y prevención frente a los partidos jamás ha dejado de existir en la cultura política occidental, aunque también hay que admitir que, desde mediados del siglo XIX hasta hoy, los partidos se han desarrollado mucho más en el terreno práctico, convirtiéndose en las piezas esenciales del sistema, que en el terreno teórico, donde siguen faltando análisis que expliquen su inesperado e invencible asalto del poder democrático. Ostrogorski, en 1902, para evitar los males de los partidos, proponía sustituirlos por ligas flotantes que se disolvieran después de cada elección, dejando libres y sin ataduras a los electos. Michels también se declara desalentado ante el carácter “antidemocrático” y “oligárquico” de los partidos. Casi con unanimidad, los autores siguen advirtiendo del peligro. Sartori, por ejemplo, dice que “Los impulsos de búsqueda del poder por parte de los partidos son constantes” y también que “el político de partido está motivado por el egoísmo más primario”. Sartori pretende cubrir algunos de los evidentes huecos teóricos al afirmar que los partidos son distintos de las facciones, que son parte de un todo político y que, como conductos de expresión, su misión fundamental en democracia es transmitir a las autoridades, con solvencia, los deseos del pueblo. Sin embargo, el autor admite que “más que expresar y reflejar la opinión pública, configuran, y de hecho manipulan, la opinión” y, en otro momento, que “la representación es perfectamente concebible y posible sin partidos”, criterios autorizados que dejan muy mal paradas a estas formaciones que se han convertido, gracias a su ambición y capacidad de maniobra, en la columna vertebral de las democracias.
Los partidos políticos, tal como los conocemos ahora, ni siquiera tienen un siglo y medio de vida. Son un producto tardío de la revolución industrial que no llega a encontrar condiciones favorables hasta que se consagra el derecho al voto. Pero en ese corto espacio de tiempo han conquistado la democracia y el Estado, convirtiéndose, de facto, en las instituciones más poderosas de nuestro tiempo.”
Con Francisco Rubiales, con estos fragmentos y anticipos de lo que será n “Los Nuevos Amos (La rebeldía de los demócratas)” saludos Rodrigo González Fernández, consultajuridica.blogspot.com; parpolitic.blogspot.com
No comments:
Post a Comment